Lo de ser pastor no es una broma
Ya puedes escuchar la firma de José Luis Restán del 9 de octubre

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A través del portal de Ayuda a la Iglesia Necesitada me asomo a la vida de la diócesis de Chilpancingo-Chilapa, en el estado mexicano de Guerrero, cuyo obispo, José de Jesús González, está bien curtido como pastor de un territorio que, según dice, vive “secuestrado por el crimen organizado”. Esto lo vemos en las películas, pero desde aquí no sabemos de qué se trata realmente. En una entrevista cuenta un episodio en que su camioneta sufrió los disparos de unos criminales y revela que al comprobar que era el obispo le ofrecieron pagar los cristales rotos: “lo importante es que no nos mandaron al otro lado, con San Pedro”, dice con algo de humor. Al final incluso le pidieron la bendición. Y reconoce que esos también son sus hijos, aunque estén desorientados.
El hecho es que los grupos criminales han convertido amplias zonas en territorios sin ley. De modo que carreteras controladas, extorsiones, desapariciones y asesinatos son parte de la vida cotidiana. En ese contexto, la Iglesia es vista como “la única voz que puede hablar por el pueblo”. La diócesis ha puesto en marcha casas de escucha para madres que buscan a sus hijos desaparecidos para ofrecerles apoyo jurídico y, sobre todo, “un abrazo que les haga entender que son parte de la Iglesia, que no están solas frente al lobo que las devora”. Necesitan mucha ayuda, y ACN ha respondido con varios proyectos.
Monseñor González ha visto morir a algunos de sus sacerdotes, y sabe que él mismo está en la línea de fuego, pero sigue celebrando al aire libre, visitando a las comunidades y a las familias. “La oración nos hace valientes para entrar en la refriega”, afirma. Lo de ser pastor no es una broma, ni un título.