Audio
La incomprensible paciencia de Dios
Tiempo de lectura:2Actualizado13:59
Para acabar este curso me ha venido a la memoria la lectura reciente del Evangelio donde se habla de la paciencia de Dios al hilo de la mezcla del trigo y la cizaña. Lo habitual, al escucharlo, es que pensemos que nosotros somos el trigo mientras que la cizaña la representan aquellos que nos molestan, o que pensamos que hacen daño… y bueno, concedemos, no de buena gana, que el Señor espere hasta el tiempo de la siega.
Todos los que somos miembros de la Iglesia lo somos por gracia, y a todos se nos ha perdonado mucho. Es curioso lo poco conscientes que somos de esto. El peligro consiste en pensar que somos autosuficientes y que, en la práctica, no necesitamos a Dios porque ya somos buenos. Nos viene bien morder el polvo de vez en cuando, como tantos personajes de la Biblia, que sólo así comprendieron que solo estaban en pie por la misericordia de Dios.
En el libro de la Sabiduría leemos que Dios corrige poco a poco a los que caen, porque si fuese demasiado aprisa, podría destruirlos. A nosotros nos indigna que Dios permita a los “malos” seguir adelante, pero Él despliega una paciencia incomprensible. Y, en realidad cuando Jesús pide dejar que la cizaña crezca junto al trigo hasta el tiempo de la siega no es sólo para proteger al trigo, sino para dar tiempo a que la cizaña se convierta en trigo. Todos necesitamos tiempo para cambiar, y no hay nada que el Señor no pueda cambiar si la libertad del hombre se abre.
Por eso no deberíamos dedicarnos a condenar o a adjudicar etiquetas, menos aún en la Iglesia. Más bien debemos alegrarnos de que Dios sea paciente e indulgente con todos, porque con eso salimos ganando. De esa manera, continúa el Libro de la Sabiduría, “has enseñado a tu pueblo que el justo debe ser humano y diste a tus hijos una buena esperanza”. La esperanza de que, con Él, todos podemos cambiar.

- item no encontrado