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"Hemos visto llorar a chicos al entrar en un cine, no sabían lo que era"

Los centros de acogida de menores de las grandes ciudades y sobre todo de Madrid y Barcelona están saturados

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Centro de Acogida de Menores La Purísima, en MelillaEFE

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Tiempo de lectura: 4'Actualizado 17:06

Los centros de acogida de menores de las grandes ciudades y sobre todo de Madrid y Barcelona están saturados.

La pasada semana los Mossos denunciaban que chavales de entre 10 y 14 años llevaban 4 días en las dependencias de sus comisarías durmiendo en el suelo sin ducharse ni cambiarse de ropa y comiendo bocadillos. Todo, porque el centro de primera instancia está desbordado.

En Madrid sólo existe un centro de acogida de primera instancia y sus internos y los educadores que trabajan allí han dado la voz de alarma.

Denuncian que el centro acoge a 130 chicos cuando su capacidad real es para 30.

Colchonetas en los pasillos para dormir y turnos de cocina de 4 horas para poder darles de comer a todos. Los educadores no dan abasto.

La residencia de primera acogida de Hortaleza es el único centro de atención urgente de menores en riesgo de 14 a 18 años que existe en la Comunidad de Madrid.

Aquí llegan los jóvenes españoles a través de los servicios sociales por cuestiones de violencia, maltrato familiar, abusos... y coinciden con los “menas” los menores extranjeros inmigrantes sin acompañar, cuya llegada se ha visto incrementada exponencialmente en los últimos años.

En condiciones normales un joven sólo estaría tres meses en este tipo de centro y pasaría a otro centro de acogida de segunda intervención, pero no hay plazas y se ven obligados a permanecer en esta residencia.

En la Plaza Santos de la Humosa en el barrio de Hortaleza, un barrio popular, tranquilo, agradable, con poco tráfico, muchos autobuses que pasan continuamente, en un de las esquinas de esa plaza se levanta un edificio rodeado por un muro con unas celosías muy tupidas a través de las cuales apenas se dejan ver las siluetas de unos chavales jugando en el patio.

No es muy grande. Tiene pinta de colegio de infantil o incluso de jardín de infancia sino fuera por que los que salen por la puerta son chicos jóvenes vestidos con vaqueros y camiseta o ropa deportiva y que se sientan por la zona en grupos de 5 ó 6. Morenos, con el pelo cortado al modo de los futbolistas más famosos del momento. Tienen libertad para entrar y salir cuando quieran pero alguno prefiere saltar el muro a salir por la puerta.

En la puerta del centro está Juan, educador del centro: “Somos ocho educadores de unos 140 chavales. El ratio de menores son 7 por cada educador. Uno se puede imaginar que tenemos en este centro. La intervención educativa con el chaval se queda muy baja, y lo que hacemos es contención, respetar horarios, comidas... Son turnos de 15 en 15 para comer, porque no entran más en el comedor. Estamos muy saturados”.

Juan lleva poco más de un año de educador en el centro pero Beatriz lleva 19 años. Conoce perfectamente la evolución de la problemática con los menores en esto años y cuenta que la llegada de inmigrantes se ha multiplicado en los últimos 4 años. Ahora con tantos chicos, no dan abasto:

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“No podemos estar buscando talleres, alfabetización, no podemos hacer un estudio digno de cada uno de los chavales. Este centro debería de ser el que observa, hace un pequeño seguimiento y deriva al recurso adecuado. Con 130 chavales es imposible mirarlos”, explica Beatriz en 'La Tarde'.

“Suficiente tenemos con darles una toalla, una ropa para cambiarse... El centro está dotado para 35. La lavandería está saturada, la cocina está saturada, los educadores, aunque nos han aumentado, no consiste en traer más colchones y más educadores, es que el espacio físico donde nos podemos mover no es adecuado”, sostiene.

La mayoría de los menores que llegan a España quieren recalar en grandes ciudades, especialmente en Madrid y Barcelona. ¿Que es lo que buscan?

“Un sueño. En muchos casos vienen pensando en ser futbolistas maravillosos, en otros que esto es la panacea para encontrar un trabajo rápido para mandar dinero a la familia...”.

Pero llegan y se encuentran con “saturación y con hacinamiento”.

Aunque los educadores se encuentran con “muchos” momentos satisfactorios. “Ver que un chaval que nunca ha recibido una sonrisa, poder trabajar con él, sentir que alguien le está escuchando, apoyando... Hemos enseñado a chavales a utilizar un desodorante. Parece una tontería, pero enseñar a un chaval como cepillarse los dientes o cómo asearse adecuadamente, hay chicos que lloran por eso”, cuenta Beatriz.

“En su momento, cuando podíamos ocuparnos del ocio, hemos visto llorar a chicos al entrar en un cine, porque no sabía lo que era un cine”.

Además, los chavales que se van de los centro, vuelven de visita: “Nos traen a muchos de sus hijos, vienen contando que gracias a nosotros cuando les hemos buscado el taller en aquel momento de crisis les echamos una mano... Si no no seguiríamos aquí. Este trabajo es muy, muy, bonito. Y es muy agradecido. Aunque sea uno o dos los casos que podemos ayudar. No podemos perder el norte, tenemos que ayudar”.

Tras darse a conocer la saturación del centro de Hortaleza, la Comunidad de Madrid ya ha anunciado que duplicará el número de plazas para menores extranjeros.

Pero esta saturación no pasa solo en Madrid o en Barcelona. La llegada de inmigrantes, menores de edad y solos cada vez es mayor. Unos 10.000 menores migrantes están en España sin familia. Niños y adolescentes no acompañados, llegados desde el mar, en los bajos de un camión o saltando las vallas de Ceuta y Melilla. Y quedan bajo la tutela de las instituciones.

Ante este problema, Isabel Lázaro, profesora de la Universidad de Comillas, investigadora de la Cátedra Santander de Derecho y Menores, ha contado en 'La Tarde' que “España no acaba de asumir el papel que le toca jugar con la inmigración, no nos hemos adaptado”.

La profesora considera que si se lleva dos años hablando de este problema es que “no nos hemos adaptado”.

Lázaro apunta también al “mal reparto de la carga de inmigración entre las comunidades autónomas”. “Hay mecanismos para la solidaridad que no se están activando”.

A su juicio, “los chicos vienen buscando ciudades en las que entienden que van a tener unas posibilidades de acceso a la vida laboral que no tienen en otros lugares”, y es por eso que quieren permanecer en las grandes capitales.

Lázaro considera que “España tiene unas posibilidades para ofrecer mayores que las que estamos ofreciendo”.

“No hay centros suficientes centro de acogida. Tenemos saturación en Barcelona, en Madrid, en Ceuta y en Melilla... Los centros no están preparados para esta cantidad de chicos”.

“Necesitamos más centros y de las dimensiones que inicialmente estaban previstas. Este volumen de chicos en esta situación de espera resulta conflictivo”, concluye.

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