La foto es la foto de una joven mundialmente conocida, una chica seria, comprometida con unas de las causas mundiales más mundial y más causa de todas. La chica ha recorrido el globo de punta a punta y ha surcado mares. Volar le gusta menos. La chica camina entre dos colegas, compañeras de causa, compañeros y compañeras ¡. Es la más baja de las tres y debe hacer frío porque se ha puesto tres capas: camiseta, chaqueta técnica y plumas de un gris perla. La guerrera, la militante, la amazona levanta el pulgar y estira el meñique. Muy lejos la mar oceana se revuelve como un potro encelado, las olas hierven y los arriesgados las cabalgan. También ellos levantan el pulgar y el índice para saludarse. La mar oceana está muy lejos pero la chica militante surfea amistades. Y en sus mejillas se esculpen unos pliegues y la boca casi se le abre con una sonrisa. Una sonrisa¡. Se ha producido el milagro, el evento insólito, la más alto ocasión que ha visto el siglo: a la chica militante le sonríen los labios, le sonríen los ojos como dos peces de alegría y de viento. A la chica de las grandes causas, de la gran lucha, se le ha venido al cuerpo un contento porque sí, un gozo sencillo, casi tonto, porque sí. El mundo sigue hecho un desastre, pero se le ha metido una culebrilla por los adentros y se le asoma por los labios que son como una aurora tímida, se le asoma un regocijo de niña. Sonríe como una niña que, por fin, ha echado los aires, como una niña ha aprendido a contar hasta cinco. Porque sí.