Se enamora del coche de su padre con cinco años y, décadas después, toma una decisión que le cambia la vida: en Ciudad Real
En un rincón de Ciudad Real, los motores del pasado siguen rugiendo gracias a las manos de un mecánico enamorado

Citroën DS
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El protagonista de la historia de La Tarde no es un coche cualquiera, sino una leyenda sobre ruedas: el Citroën DS, conocido popularmente como “el tiburón”. Su silueta aerodinámica, su innovadora suspensión hidroneumática y su diseño adelantado a su tiempo lo convirtieron en un símbolo de la automoción del siglo XX.
Pero lo que realmente le da vida a esta historia no es solo el coche, sino Paco Becerro, un mecánico de Piedrabuena que ha dedicado su vida a devolver estos clásicos a su estado original. Y no solo eso: ha construido un santuario donde los tiburones vuelven a nadar.
Un coche que subía y bajaba como si estuviera vivo
La historia de amor de Paco con Citroën comenzó cuando apenas tenía cinco años. Fue entonces cuando su padre compró un Citroën GS. “Vi aquello como subía y como bajaba, que me parecía mágico”, recuerda. Para él, el GS era la continuación natural del DS, ese coche que nació en 1955 como una revolución mecánica y estética. En solo quince minutos de su presentación en el Salón del Automóvil de París, se vendieron 800 unidades. El futuro había llegado.
“Era la segunda parte del tiburón”, dice Paco, todavía fascinado por esa línea aerodinámica que parecía sacada de una película de ciencia ficción.

Taller de coches
PIEDRABUENA, CAPITAL DEL PASADO
Hoy, más de medio siglo después, en su taller de Piedrabuena, Paco sigue rescatando del olvido a estos vehículos con paciencia de artesano y precisión de cirujano. “La hidráulica que lleva el coche la refabricamos nosotros aquí. Tenemos proveedores que nos hacen piezas especiales, pero en muchos casos también tenemos que trabajar en el torno y la fresa. Todo lo recuperamos”, explica.
Su labor no es solo mecánica; es casi alquímica. Transforma la chatarra en elegancia rodante, reconstruye sueños pieza a pieza y mantiene viva una forma de entender el automóvil como una obra de arte y no como un simple medio de transporte.
Pasión como requisito de entrada
Paco no acepta cualquier coche ni cualquier cliente. Solo los que comparten su pasión. “El cliente que entiende y tiene la misma pasión que nosotros sabe que hay un abanico económico muy amplio, desde coches que encuentras tirados hasta piezas de colección súper conservadas”, aclara. Pero advierte: “Cuando viene aquí tiene que saber que en la hidráulica, en la mecánica y en el chasis mandamos nosotros. Ponemos nuestro criterio de calidad”.
En su taller, cada restauración es una historia. Algunos coches están listos para ir al supermercado, otros duermen bajo lonas a la espera de su resurrección. Los precios también cuentan su propia narrativa: desde 20.000 euros por un modelo bien conservado hasta más de 110.000 por uno descapotable restaurado al detalle. Restaurarlo puede superar los 35.000 euros, pero quienes llegan a Piedrabuena no lo hacen por negocio, sino por devoción.

Coche
Volver al pasado con cada arranque
Paco y su equipo no solo restauran coches, reviven épocas. En su taller se respira el olor del aceite viejo, el sonido metálico del pasado, el humo de los años en que los coches tenían alma. “Esto no es un trabajo, es una devoción”, sentencia.
Para los nostálgicos, para los amantes de la mecánica con historia, para quienes creen que los coches también pueden contar cuentos, conducir un DS no es simplemente desplazarse. Es flotar. Es volver al pasado. Es, quizás, sentir que lo imposible aún es posible. Y así, entre destornilladores y suspensiones imposibles, Paco Becerro sigue domando tiburones.