¿Por qué se cierra el parque de El Retiro cuando más calor hace? La clave detrás de esta decisión que muchos no entienden
Pilar García Muñiz y Jorge Alcalde exploran el protocolo de seguridad del Retiro ante las olas de calor cada vez más presentes en la zona, causantes de grandes problemas en la integridad de sus árboles y plantas

Pilar García Muñiz desde El Retiro en 'La Tarde' de COPE.
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En pleno corazón de Madrid, el parque del Retiro supone un refugio de sombra y frescor entre el tráfico y el asfalto. Con más de 125 hectáreas de vegetación y árboles centenarios, este enclave es un refugio climático natural frente a las altas temperaturas del verano. Sin embargo, precisamente en esos días de calor extremo, sus puertas a menudo están cerradas, un hecho que sorprende y frustra a muchos madrileños.
Pilar García Muñiz visita en 'La Tarde' de COPE el Parque del Retiro junto al divulgador científico Jorge Alcalde. El objetivo: entender mejor por qué este pulmón verde se clausura cuando más se necesita.
Seguridad antes que sombra
El cierre del Retiro durante olas de calor responde a un protocolo específico del Ayuntamiento de Madrid. Aunque parezca paradójico, según explicó Jorge Alcalde, el riesgo de caída de ramas aumenta en las jornadas más calurosas: "Cuanto más calor, más estrés hídrico sufren los árboles. Eso puede provocar fallos estructurales, incluso sin viento".

Pilar García Muñiz y Jorge Alcalde junto a Mariano Sánchez.
Mariano Sánchez, jefe de la Unidad de Jardinería y Arbolado del Real Jardín Botánico y presidente de la Asociación Española de Arboricultura, detalló el fenómeno: "Las hojas evaporan más agua de la que las raíces pueden absorber, lo que genera cavitación en los vasos del árbol. Ese desequilibrio puede partir ramas de forma imprevisible". Por eso, los técnicos evalúan diariamente el estado del arbolado. Las alertas meteorológicas de AEMET, de colores verde, amarillo o rojo, determinan el nivel de riesgo. En el caso de la alerta roja, implica el cierre del parque.
Afortunadamente, las estadísticas respaldan esta medida: solo el 1% de los días del año el Retiro está cerrado, y el 80% de las caídas de ramas ocurren mientras permanece clausurado. Es decir, el protocolo funciona.
Árboles maduros, árboles frágiles
El Retiro alberga unos 21.000 árboles. Muchos de ellos, al ser ejemplares antiguos y de gran porte, ofrecen mayor sombra pero también requieren un seguimiento constante. Según Sánchez, especies como los plátanos de sombra y los almeces son especialmente sensibles a las altas temperaturas. Además, la cameraria —una plaga que afecta al castaño de Indias— y factores abióticos como la baja humedad ambiental agravan su vulnerabilidad.
"El Retiro es un Bien de Interés Cultural", recordó Sánchez. "Eso implica conservar árboles maduros y en fase de senectud. Por eso, los arbolistas especializados revisan constantemente el parque, sobre todo tras temporales o alertas". Las inspecciones permiten identificar ramas con microfisuras o árboles con riesgo estructural antes de reabrir al público.

Entrevista en 'La Tarde' a Mariano Sánchez en los Jardines del Buen Retiro.
La planificación a largo plazo es otro desafío. Algunas especies, como los arces o los tilos, están en declive y podrían desaparecer de Madrid hacia 2090 si se confirman las previsiones climáticas. "Ya estamos estudiando especies más resistentes, como las del género Prosopis o Quillaja, procedentes de regiones más cálidas y secas", explicó el experto del Jardín Botánico.
Hacia una ciudad más habitable
El debate va más allá del Retiro. En tiempos de islas de calor urbanas, la sombra se convierte en infraestructura crítica. Pero más que el número de árboles, lo importante es su distribución. "No se trata de tener muchos troncos, sino muchas copas que cubran la ciudad", señaló Sánchez. La regla '3-30-300' —ver tres árboles desde casa, que el 30% del barrio tenga cobertura arbórea, y disponer de un parque a 300 metros— se perfila como el nuevo estándar urbano.
Aun así, el equilibrio es delicado. Un exceso de árboles en zonas inadecuadas puede generar conflictos de crecimiento, riesgo de inclinación o competencia por el espacio. El paisajismo urbano requiere precisión, previsión y conocimiento.
Mientras caminaban por la sombra de un castaño de Indias, afectado pero aún frondoso, Pilar García Muñiz y Jorge Alcalde concluyeron con una reflexión sobre la botánica urbana y la sostenibilidad: cuidar nuestros parques no solo es una cuestión estética, sino también de seguridad, salud pública y futuro climático.