

"La desigualdad es una grieta que se abre cada año un poco más y que separa a quienes pueden vivir con cierta seguridad de quienes viven con el miedo constante de no llegar a fin de mes"
Pilar García Muñiz analiza las cifras del informe FOESSA, que reflejan la realidad que sufre nuestro país en cuanto a riesgo de exclusión social y pobreza
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La economía española crece más que la de muchos de sus vecinos europeos. De hecho, el gobierno calcula que la economía cerrará el año con un crecimiento interanual del 2,9%. Como diría Pedro Sánchez, la economía española va como un cohete, pero detrás de ese cohete hay datos que no terminan de despegar.
De hecho, por primera vez el gobierno ha decidido reflejar la desigualdad y la pobreza en sus cifras macroeconómicas, reconociendo que no todo el mundo se beneficia por igual del crecimiento. Los datos muestran que el 13,6% de la población sufrió pobreza persistente en 2024 y que el 11% de los trabajadores viven en riesgo de pobreza, uno de los peores registros de la Unión Europea.
Y aquí entra también el último informe FOESSA de Cáritas, que nos recuerda que 4,3 millones de personas en nuestro país viven en exclusión social severa, que una de cada tres personas afectadas es un menor, que la clase media se encoge y que la prosperidad no llega igual a todos. El crecimiento económico existe en los gráficos, pero no en las casas de muchísimas familias.
Y a esto estamos dedicando hoy una programación especial en COPE que a nosotros los de 'La Tarde' nos ha traído a Pamplona, donde hoy estamos haciendo este programa concretamente en la residencia de Cáritas Santa María. La desigualdad es una grieta que se abre cada año un poco más y que va separando a quienes pueden vivir con cierta seguridad de quienes viven con el miedo constante de no llegar a fin de mes.
Y no es por falta de esfuerzo, porque la mayoría de las familias afectadas buscan trabajo, hacen cursos, ajustan gastos, piden ayuda, pero hay un muro que no se mueve. Y la vivienda es uno de esos muros, uno de los más importantes. Tener casa debería ser lo básico para empezar una vida digna, pero ahora mismo es casi un privilegio.
Alquileres que se comen el sueldo entero, pisos pequeños y caros, familias viviendo en situaciones que nadie debería aceptar como normales y luego está el empleo, que en teoría debería ser la salida. Pero, ¿cómo se sale cuando casi la mitad de los trabajos son precarios? Cuando un contrato ya no significa estabilidad, cuando tener empleo no te evita caer en exclusión.
Lo peor de todo es la sensación de que esta realidad se está normalizando como si la pobreza fuera parte inevitable del paisaje. Y no lo es. Es el síntoma de un sistema que no protege y que permite que millones de personas queden al margen.
El informe de Cáritas no solamente lanza datos, lanza también una advertencia. Nos dice que la clase media, esa que siempre se ha considerado el corazón de un país, se está encogiendo, que cada vez más gente vive con la sensación de estar a un pequeño tropiezo de caer en esa exclusión severa. Y eso debería hacernos pensar seriamente qué sociedad estamos construyendo, porque una sociedad que deja atrás a tantos no es una sociedad moderna, ni fuerte ni justa. No podemos seguir hablando de progreso mientras ignoramos que para millones el progreso no existe. Si queremos que España despegue de verdad,
No basta con que suba el PIB. Hace falta que el crecimiento llegue a todos, que nadie quede fuera de ese cohete. Porque un país que deja millones de personas atrás no puede decir que va bien



