Desde aquí el saludo a la familia de Rubalcaba y nuestro deseo de que descanse en paz. No se puede olvidar que un político es una persona que tiene amigos y familia, y que sufre por el dolor que siempre lleva la muerte. Rubalcaba tuvo una dilatada carrera política imposible de resumir aquí. Se estrenó como ministro de Educación, fue ministro portavoz en la etapa en la que estalló el escándalo de los GAL y la corrupción.

No podemos canonizar a Rubalcaba como político ni se trata de hacerlo ahora. Hubo errores en su carrera vinculados por ejemplo a la negociación con ETA. Es verdad que al frente del ministerio del Interior tuvo una lucha implacable desde un punto de vista policial, pero luego le pareció junto a Zapatero más conveniente una negociación que retrasó las cosas. Uno de sus mayores errores fue lo que hizo tras el 11-M, en la jornada de reflexión tras los atentados, cuando se cercaban las sedes del PP y el salió a decir que quería un Gobierno que no mintiese.

Hace unos meses, con Expósito, Rubalcaba, que es un político con memoria de la Transición, subrayaba lo que ha supuesto los cuarenta años de Constitución, los más brillantes de la historia de España. Rubalcaba, en la crisis del PSOE, no estaba cómodo con Sánchez y el independentismo.

Era un socialista más tradicional, y el acuerdo con los independentistas no le gustaba. Controlaba mucha información, hablaba con todo el mundo. Todos recuerdan haber recibido una llamada o haber tenido una conversación con él. Prestó un servicio muy importante con un gran acuerdo PP-PSOE para la abdicación del Rey Juan Carlos en un momento complicado. Era un hombre con vocación de servicio a España desde su ideología.