Ahora PP y PSOE se ponen estupendos y dicen comprender la renuncia de Manuel Marchena a la presidencia del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo. Ahora se ponen estupendo. Una renuncia que han propiciado los dos partidos mayoritarios poniendo en cuestión, en un momento muy grave, la independencia judicial. 

El modo en el que se elige a los vocales del CGPJ y a su presidente no es bueno. La elección está en manos de los partidos mayoritarios. Ese mecanismo se ha utilizado, en esta ocasión, sin ningún pudor por parte del PP y el PSOE. Ellos decidían quién estaba al frente de los jueces. No contentos con el ejercicio de partitocracia que habían realizado, han hecho obstentación. El Gobierno filtró que se había pactado el nombre de Marchena, que debe ser elegido por los vocales, cuando los vocales no estaban designados.

No es tampoco una anécdota que el portavoz del PP en el Senado, Ignacio Cosidó, se haya jactado por WhatsApp de seguir controlando la Sala Segunda del Supremo. Intentaba así tranquilizar a los suyos por las consecuencias del nombramiento de Manuel Marchena como presidente del CGPJ y del Tribunal Supremo.

Ni PP y PSOE han estado a la alturas de las circunstancias. A Marchena se lan hinchado con razón las narices y su decisión supone una contundente denuncia de los juegos políticos que quieren determinar la vida de los tribunales. Y ahora el PP dice que hay que volver al sistema del CGPJ de 1985 y Pedro Sánchez dice comprender la renuncia de Marchena cuando su propio gobierno estaba dividido sobre esta designación. Estamos en vísperas del juicio de la pretendida secesión de Cataluña. No pueden ellos dar ese espectáculo. Por el juicio y por todos los demás. Los poderes son independientes.