
Madrid - Publicado el - Actualizado
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La foto que me ha llamado la atención la he visto hoy en un resumen que hay en internet de la exposición de Chema Conesa, retratos del papel. Me he detenido en el retrato del señor Delibes. Aparece el señor Delibes en un campo invadido por una niebla muy cerrada, campo de otoño, con unos cardos secos en primer plano y la hierba verde sin sufrir todavía por las heladas negras de diciembre. Y está el señor Delibes tocado con una gorrita y con la visera calada hasta las cejas para no distraerse del horizonte, y con unas botas altas, y con pantalones de pana gorda y con un chalequito y una bufanda. Y apoya el señor Delibes una escopeta en el hombro, pero la carabina parece más un pretexto para mirar a lo lejos porque el gesto con el que la sostiene y la mano en un bolsillo avisan que lo único que quiere matar el señor escritor es la miopía. El señor escritor mira en la foto al horizonte y piensa que a él el progreso no le importa un ardite, que lo que le importa son los trenes diminutos en la distancia, y los caseríos blancos y los prados y los maizales parcelados y la poza que hace el río al paso por el pueblo y el corro de bolos y los tañidos de las campanas parroquiales y las cruces del camposanto donde duermen el sueño eterno sus amigos y los movimientos lentos de su madre en los quehaceres domésticos, mira al frente el señor escritor y sabe que no le interesa el progreso.