La foto: "Con una mano debajo del cuello mira el incendio"
Escucha la foto de Fernando de Haro

Madrid - Publicado el - Actualizado
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La foto que me ha llamado la atención la he visto hoy en La Vanguardia. Es una imagen de un país que está en la otra punta del Mediterráneo, un país lejano pero parecido al nuestro. La foto recoge un momento extraño en una de las calles de la capital. La calle está desierta. Es una gran avenida con pasos elevados. Sobre el asfalto manchado de negro se elevan cuatro columnas de humo, candelas que huelen mal, llamas de gasolina o de un aceite que dejan el aire sucio tan sucio como el desamor hacia una madre. Detrás del fuego, el día aparece sereno, luce el sol como si nada estuviera ocurriendo. A unos metros de la humareda un joven está tumbado en el suelo Usa zapatillas de deporte y lleva tatuajes en los brazos. Se le ve extrañamente relajado, tranquilo. No parece que tenga ni herida ni alteración en el alma. Con una mano debajo del cuello mira el incendio. Sin hacer nada. Seguramente el joven de la foto ha apagado muchos incendios en su vida, ha dedicado sus mejores energías a que el fuego no hiciera daño, ha cargado con cubos de agua, ha hecho cadena durante largas horas, ha sido el mejor y más valiente de los bomberos. Ha arriesgado su vida cuando el infierno desataba sus entrañas, ha sido el primero en subir al camión, el primero en apuntar con la manguera. El último en marcharse, el más suspicaz y el más atento en velar por que no quedara un solo ascua encendida. Y ahora no. Ahora mira el fuego y no se mueve. Sabe que hay incendios que no tienen solución, que hay columnas de humo invencibles, las que provoca el humano albedrío. Sabe, porque el tiempo se lo ha enseñado, que hay veces que cuando se ensucia el aire no hay remedio. No hay más solución que buscar un sitio donde corra limpio.



