La foto: “No se acaba de creer que se ha convertido en uno de los personajes que aparecía en su libro de histo
Escucha la foto del día de Fernando de Haro

Madrid - Publicado el - Actualizado
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La foto que me ha llamado la atención es una foto de las últimas horas, un retrato de una sala de calderas en los bajos de un edificio. Hay tubos pegados a la pared, tubos gordos forrados de aluminio y tubos finos, viejos. Hay mucha roña en los contadores. Hay también manómetros para medir la presión del agua. Si las agujas de esos manómetros pudieran leer la presión en el ánimo de los vecinos que se han refugiado bajo tierra seguramente se volverían locas. Entre los tubos hay una decena de personas que no hablan. Algunas dormitan en unos catres improvisados. Suena el aullido lúgubre y largo de la sirena. La voz quejosa de la alarma se acerca y se aleja, sube y baja, pinta las manos de inquietud, se escurre por las paredes. La sirena de la alarma le pone música a la angustia, a la incredulidad, al que va a ser de nosotros. En una esquina una jovencita le enseña a un amigo imágenes silenciosas, frías, inimaginables, del nuevo mundo en el que habitan. La jovencita de la foto tiene una sensación de irrealidad. No se acaba de creer que se ha convertido en uno de los personajes que aparecía en su libro de historia. Las últimas horas parecen una gimkana de idas y venidas, un juego que ha suspendido la vida, un juego en el que los adultos no trabajan, los hombres no miran a las mujeres y en el que a todos se les queda la mirada perdida. El aire se abre en un sitio no muy lejano, se abre con un quejido ronco. Es el sonido de una bomba. Lo joven sabe ya, con tan pocos años, que el único juego en marcha es de la muerte, el de un dolor físico desconocido, el de las ausencias que llegarán, el de la miseria. El dolor, la suciedad de la guerra. Y la joven reza oraciones que creía olvidadas.



