Una comunidad de vecinos de Granada vive siete años con 100.000 abejas y no se creen cómo tienen que quitarlas: "Es la más difícil a la que me he enfrentado"
Un rescatador aficionado se enfrenta a la colmena más grande de su carrera, alojada durante siete años en la azotea de un edificio en el centro de la capital granadina
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Imaginar un zumbido constante en casa es una cosa, pero vivir con él durante años es la pesadilla que ha sufrido una comunidad de vecinos de Granada. Han tenido que convivir con el sonido de 100.000 abejas que habían construido una colmena gigante en la azotea de su edificio, donde ha permanecido durante más de siete años. La situación se volvió insostenible hasta que encontraron a la persona dispuesta a solucionar un problema de tal magnitud: Sergio Guerrero.
Un especialista ante la falta de apicultores
Sergio Guerrero es un rescatador de abejas aficionado que se ha especializado en intervenciones complejas. Tal y como ha explicado en el programa 'La Tarde' de COPE, su objetivo es concienciar sobre la importancia de estos insectos, declarados como “el animal más importante del planeta”, y evitar que se las extermine. “Yo ahí me anticipo a aportar mi sabiduría para sacarlas sin ningún daño y quitarle a esa comunidad el malvivir que les está dando a diario”, afirma. Una labor crucial, sobre todo cuando los apicultores se enfrentan a situaciones tan duras como la de Manuel, que perdió 700 colmenas en los incendios de Ourense.
Su fama en Granada le precede. Cuando los apicultores tradicionales rechazan un trabajo por su complejidad, las comunidades de vecinos acaban recurriendo a él. “Un apicultor al uso no sabe hacer este tipo de intervenciones. Yo me he especializado puesto que he visto la carencia que había”, explica Guerrero, que se ha convertido en la última esperanza para muchos.
Los trabajadores tratan con un enjambre de abejas
Cinco días de trabajo en 'el boquete'
La retirada de la colmena no ha sido sencilla. Guerrero ha necesitado cinco días de intenso trabajo. Las abejas no estaban en un lugar accesible, sino en los llamados “palomeros”, la estructura que sostiene el tejado. Para llegar a ellas, ha tenido que derribar varios muros desde la terraza. “Ni siquiera ha estado pasando el primer palomero, sino el último”, detalla sobre la dificultad de acceso.
Es la más difícil a la que me he enfrentado hasta ahora mismo"
Apicultor
Ha sido un trabajo tan complejo que el propio rescatador lo ha calificado como el mayor reto de su carrera. “Es la más difícil a la que me he enfrentado hasta ahora mismo”, ha confesado en antena a Pilar García Muñiz, describiendo el lugar como “el boquete”, en referencia a la película 'El Hoyo', por su difícil acceso.
Para la extracción, Guerrero utiliza una aspiradora industrial modificada que reduce su poder de succión para no dañar a las abejas. Con este método, las aspira y las deposita en una recámara, un proceso mucho más rápido que las técnicas tradicionales. Este esfuerzo contrasta con el dulce resultado del trabajo de los apicultores, que consiguen productos tan reconocidos como la mejor miel del mundo, que se produce en España.
Hombre observando cómo las abejas comienzan a enjambrar en una casa
Un nuevo hogar para las 100.000 abejas
Una vez rescatadas, las abejas no se quedan con él. Tras pasar por un “hospitalito” para sus primeros cuidados, las entrega a apicultores noveles. “Están ávidos por tener abejas”, comenta. Estas colmenas rescatadas requieren cuidados intensivos, una tarea que estos nuevos apicultores asumen con entusiasmo, como el joven Roberto, que ha convertido la apicultura en su forma de vida. En este caso, la colmena de Granada ha sido trasladada a un parque natural.
Si ellas no ponen el primer granito de arena, no sucede la vida"
Apicultor
Guerrero achaca la creciente presencia de colmenas en zonas urbanas a la acción humana: “Por nuestra culpa, desgraciadamente. Hemos atentado tanto contra la naturaleza que no hemos dejado sitios donde ellas puedan vivir”. Las abejas, en su proceso de evolución, han aprendido a encontrar refugio en los edificios de las ciudades.
Finalmente, el rescatador ha lanzado una crítica a la falta de ayudas institucionales para estos casos. Aunque las abejas están protegidas, no existe un servicio municipal que se encargue de su retirada segura, lo que obliga a los vecinos a buscarse la vida. Su recomendación es clara: “cero alarma” y buscar siempre a un especialista, porque la primera opción nunca debe ser matarlas. “Si ellas no ponen el primer granito de arena, no sucede la vida”, sentencia sobre su papel vital en el ecosistema.
Este contenido ha sido creado por el equipo editorial con la asistencia de herramientas de IA.