En lo que va del mes de mayo, 13 cristianos han perdido la vida de la manera más cruel. La última muerte la hemos conocido este lunes. Se llamaba Inés Sancho, una burgalesa de 77 años, asesinada y decapitada en la República Centroafricana. Los misioneros que llegan a estos países tienen que lidiar cada día con estos conflictos, todo para poder cuidar y ayudar a los más necesitados.

Eugenio Jover es un misionero español que trabaja en Burkina Faso desde 1970. Allí la violencia también está a la orden del día generando pánico entre sus habitantes. Incluso ha provocado la despoblación de muchos territorios causado por el propio miedo infundido. La comunidad cristiana ha sido el objetivo de muchos ataques terroristas, su causa intuye que es para provocar un conflicto entre este colectivo y los musulmanes.

Hasta hace no mucho los misioneros eran respetados incluso por los propios terroristas. Sin embargo, ahora no están a salvo. Victoria Braquehais es otra misionera mallorquina, tiene 43 años y vive en el Congo desde hace 10. Dirige un instituto de Secundaria en Kanzenze el cual tiene 455 alumnos, su objetivo es que estos niños puedan tener un futuro mejor.

En unos días partirá a Camerún a trabajar con niños pigmeos, un colectivo machacado con el que vivirá en medio de la selva acompañada de 3 hermanas. Esta comunidad se dedica al comercio de la madera y crearon un programa para trasladarlos de la selva y son rechazados por el resto de camerunes. Victoria trabaja para que estos niños sean reconocidos como humanos y en poner en alza su dignidad y valor.

A pesar de que allí en el Congo no existe tanta violencia por parte de terroristas, lidian con otra amenaza: las enfermedades. El cólera, la malaria y el ébola son las principales causas de muerte. Pese a  estas amenazas, misioneros como Eugenio y Victoria luchan cada día para mejorar las condiciones sanitarias de los habitantes del centro de África.