Esta Navidad en La Mañana del Fin de Semana queremos mirar hacia el lugar donde comenzó todo: la ciudad palestina de Belén. Hace 2000 años era un pueblo pequeño. El Antiguo Testamento ya profetizó que el Mesías vendría de Belén. Para millones de cristianos por todo el mundo, el día 25 marca la llegada de Dios hecho hombre: el Emmanuel prometido por el Padre para salvar a su pueblo. Y, como no podía ser de otra manera, este 2020 marcado por el Coronavirus ha obligado a los cristianos de la ciudad natal de Jesucristo a hacer las cosas de otra forma. Como todos, se han tenido que adaptar a las circunstancias. Hablamos de Tierra Santa 2000 años después y en plena pandemia.

Hace 803 años que la orden franciscana custodia los santos lugares como el Santo Sepulcro y Getsemaní en Jerusalén o la Basílica de la Natividad en Belén. Su labor va más allá: también dan clase en colegios y acogen a personas en riesgo de exclusión social. Fray Aquilino es fraile menor, franciscano y español. Nos ha contado cómo se está viviendo la Navidad en Belén. Si las medidas en España son ya difíciles de tomar y explicar, cuanto más en Tierra Santa, donde un abuelo de media tiene más de 25 nietos. Además cada comunidad cristiana celebra la Navidad en días diferentes. Los católicos 24 y 25 pero también hay griegos ortodoxos y cristianos armenios.

La diferencia ha sido abismal. El nacimiento de Jesús se ha celebrado sin grandes aglomeraciones ni muestras públicas de devoción. Tampoco ha habido peregrinaciones. Desde marzo, no se puede entrar salvo que residas allí en Israel o Palestina. Temen, y con razón, una tercera ola. Y para evitarla han tenido que ceder en algunas cosas. Por ejemplo, la noche del 24 al 25, las grutas de la Natividad y la de San José permanecían toda la noche abiertas para grupos que celebraban la misa del Gallo. 3 misas simultáneas en diferentes idiomas durante toda la madrugada. También en el campo de los pastores de Belén. Este año es bien diferente. Grutas cerradas y apenas 4 o 5 misas donde antes se celebraban 130.

El impacto económico lo están notando sobre todo las familias, muchas de ellas cristianas, que viven de vender artículos religiosos y que ofrecen rutas por los Santos Lugares. A una de esas familias pertenece el joven Jalíl. Nació en Colombia y vive en Belén. Llegó a Palestina siendo niño. Su familia también ha notado la crisis. Sin turistas, no entra dinero en casa. Pero Jalíl le ve a todo un lado positivo. La verdad es que emociona escuchar a Yalíl porque al preguntarle cómo está siendo esta Navidad diferente por culpa del coronavirus, contesta que es la más parecida a la época de Cristo. Y nos invita a cambiar nuestra mirada. Lo llama 'hacerse pesebre'.