Buenos días, bienvenido a La Mañana del Fin de Semana, soy Guillermo Vila y te saludo en nombre de todo el equipo del programa. Estamos encantados de acompañarte hasta las ocho y media de la mañana de este domingo, 14 de agosto de 2022, un día en el que todavía va a hacer muchísimo calor en el mediteráneo, por encima de los 38 grados. Con fuertes rachas de viento.

Y esta es la pricipal causa de la tragedia del Medusa festival que empezamos a contarte ayer en este programa.

Ya sabes que lo peor de todo, lo más grave, es que un joven de 22 años ha perdido la vida. Se cayó una parte del escenario como consecuencia de las fuertes rachas de viento. Hay además 3 heridos graves y otros 14 con contusiones leves. ¿Qué es lo que pasó ayer?

Según las primeras hipótesis, el viento fue tan fuerte que volcó hasta los contrapesos que sostenían la estructura metálica del escenario. El fenómeno meteorológico se llama reventón cálido y puede incluso ser confundido con un tornado.

Una situación climática muy adversa que, atención, puede repetirse hoy. De hecho, esta pasada noche se desalojaba a los 5.000 asistentes del Festival de Villena y se suspendía también el festival la Nit de l'Albà de Elche, en la que estaba previsto disparar 6.000 kilos de pólvora y medio millar de palmeras en la hora previa a la medianoche.

El viento que también ha empujado las llamas de un incendio que se desataba en la noche de ayer en la localidad alicantina de Vall d'Ebo. Se ha activado el índice de gravedad 2 y ha sido requerida la intervención de la Unidad Militar de Emergencias.

En todo caso, el fuego que más preocupa es el de Añón, Alcalá y Vera de Moncayo, en Zaragoza. Hay cerca de mil 500 personas desalojadas y las previsiones no son nada halagueñas. En fin, el tiempo que está siendo el protagonista abolsuto de este verano de calor extremo, de incendios, y de sequía. Un verano que, desde luego, no vamos a olvidar fácilmente.

Un año del regreso de los talibanes en Afganistán

Bueno y lo siguiente es recordarte lo que va a pasar mañana: se cumple un año de la vuelta de los talibanes al poder en Afganistán tras la salida de las tropas estadoundenses. Es hora de traer nuestras tropas a casa, decía el secretario de estado Antony Blinken. Más concretamente, el presidente Biden decía hace un año que era el momento de mirar al futuro. Un futuro de paz, un futuro más seguro, decía el presidente estadounidense. Lo cierto es que las imágenes de la atropellada salida de las tropas occidentales dio la vuelta al mundo. Nadie esperaba quer el ejército de Afganistán, al que tanto dinero y esfuerzo habían dedicado las fuerzas de la coalición, se rindiera al empuje talibán en unos pocos días.

Los talibanes recuperaron el poder que habían perdido 20 años atrás. Lo hicieron rápidamente. Y lo hicieron además tratando de hacer ver al mundo que ya no eran tan fieros como entonces. Vimos a algunos jóvenes barbudos sonriendo, bañándose en los ríos, subidos a algunas atracciones de ferias. Parecían decirle al mundo: dejadnos tranquilos y no crearemos problemas.

Y el mundo, aparentemente, les creyó. Decididmos mirar para otro lado y centrarnos en nuestras cosas, siempre hay guerras nuevas, dsafíos propios.

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Bien, ¿y qué ha pasado un año después en Afganistán? Por un lado, que ha vuelto a convertirse en un estado seguro para el terrorismo internacional, como muestra que estuviera allí instalado el líder de Al Qaeda, abatido por el ejército estadounidense hace unos días.

Y, por otro, que Afganistán ha vuelto a ser una cárcel para sus mujeres. Los avances conseguidos durante 20 años se han ido perdiendo ante el silencio cómplice y cobarde del mimso occidente que prometió defenderlas.

Aquí en nuestro mundo de tuits y poses nos permitimos perder el tiempo con frivalidades disfrazadas de feminismo. Pero allí, hay amigo, allí el feminismo es otra cosa. Consiste en reclamar pan, trabajo y libertad. Es lo que gritaban las cuarenta valientes que ayer volvieron a desafiar a los talibanes y salieron a la calle a reclaramr sus derechos. A tiros disolvieron esa manfiestación. Las mujeres afganas que no pueden estudiar ni trabajar fuera del hogar y que ni siquiera tienen derecho a recorrer grandes distancias si no van acompañadas de un hombre.

La situación es tan grave que ayer mismo un grupo de expertos de Naciones Unidas firmaron un documento en el que alertan de que Afganistán se enfrenta a un futuro "inmensamente sombrío". Aseguran que, en el último año, se han cometido en el país una "plétora de violaciones de Derechos Humanos". Y creen que es "particularmente atroz la virtual eliminación y la opresión sistemática de mujeres y niñas de la sociedad". Apuntan estos expertos, por último, que se encuentran cada día con "informaciones sobre ejecuciones extrajudiciales, desapariciones, detenciones arbitrarias o torturas".

Es evidente que tenemos una responsabilidad con los afganos. La tiene en primer lugar el gobierno de Estados Unidos, pero también el de España y el resto de potencias que durante dos décadas ocuparon el país. En el caso de España, todavía son muchos los familiares del personal que trabajó para nosotros durante años que siguen en el país. Hay que sacarlos de ahí o al menos, congerles el teléfono. Es el mismo odio que llenó de muestros las calles de Madrid en 2004 y, hace ahora cinco años, Cambrils y las ramblas de Barcelona.

La respuesta de Irán al ataque a Salman Rushdie

Es el fanatimo y el odio, que como vimos ayer mismo en Nueva York, no caducan. Me refiero al atentado contra Salman Rushdie, del que a duras penas logró salvar la vida. El escritor se encuentra intubado en estado muy grave en un hospital de Pensilvania. ¿Y sabes quién celebró el ataque contra Salman Rushdie? Irán. El mismo país cuyo líder había emitido un edicto hace 33 años en el que se pedía su muerte. Medios de ese país llamaban héore el presunto homicida.

Podemos hacer como que ese odio no existe, ocupados como estamos ahora en luchar contra Putin en Ucrania, pero ese integrismo sigue ahí. Esperando.

De hecho, el mundo es un lugar curiosamente interconectado. De hecho, Irán es uno de los países que está apoyando a Rusia en su guerra contra el mundo libre. El propio Putin estuvo en Teherán a finales de julio y entre ambos estados se va fraguado una alianza que tiene como objetivo, según los expertos, construir un nuevo orden internacional.