La ciudad del norte de África que quebró psicológicamente a Cervantes porque no eran cristianos: le defraudó demasiado todo lo que veía
El historiador Alfredo Álvar y el periodista Carlos Salas arrojan luz en La Mañana Fin de Semana

La vida de Miguel de Cervantes, según los historiadores
Madrid - Publicado el
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Miguel de Cervantes, el autor de Don Quijote de la Mancha, no solo vivió aventuras literarias. Su paso por Argel, en el norte de África, marcó su vida para siempre. Así lo explica el historiador Alfredo Álvar en el programa La Mañana del Fin de Semana, cuando asegura sin rodeos: “Se le quebró la cabeza. Psicológicamente él se quiebra en Argel y luego ya se va recomponiendo a lo largo de la vida”.
Cervantes permanece cautivo en la ciudad argelina durante cinco años, entre 1575 y 1580, después de ser capturado por corsarios. “Se quiebra porque su mundo defrauda”, destaca Álvar. “En Argel se encontró con que el rey no le daba lo que él esperaba. Había cristianos que no eran muy cristianos, incluso frailes como fray Juan Blanco de Paz, que le quería amargar la vida. Se encontró solo, aislado”.

Cervantes llevado ante Hassan Pasha, el rey de Argel
UN MUNDO SIN FE: LO QUE ENCUENTRA CERVANTES EN ARGEL
Para un hombre profundamente marcado por la cultura cristiana de su época, Argel resulta un golpe de realidad. “Se encontró con que no eran cristianos y eso le hizo mucho daño”, señala el historiador. La mezcla de culturas, las traiciones de quienes compartían su religión y la dureza de la esclavitud le llevan a una crisis profunda: “Su mundo defrauda; la vida que él pensaba que iba a encontrar no existía”.
Esta experiencia, asegura Álvar, es clave para entender el carácter del escritor. “Cervantes es un hombre escéptico. Ese escepticismo buscador le acompaña siempre. Él mantiene su tronco cultural y lo defiende, pero nunca deja de hacerse preguntas”.
Tras varios intentos fallidos de fuga, Cervantes es liberado gracias a la mediación de los trinitarios, una orden religiosa dedicada a rescatar cautivos. Esa gratitud se refleja en su deseo de ser enterrado en el convento de las Trinitarias Descalzas de Madrid, donde hoy reposan sus restos.

Miguel de Cervantes fue un genio incomprendido
El periodista Carlos Salas recuerda que “Cervantes quiso ser enterrado aquí, en este convento, porque los trinitarios le rescataron de Argel”. Durante siglos, su tumba estuvo envuelta en misterio. No fue hasta 2010 cuando una investigación con georradar permitió localizar los restos en una cripta bajo el templo madrileño.
Salas relata que el hallazgo fue emocionante: “Se encontraron monedas, ropas y huesos de varias personas. Entre ellos, una mandíbula a la que le faltaban dientes. Cervantes escribió que solo le quedaban seis, lo que encajaba perfectamente”. Aunque la prueba genética definitiva nunca llegó, la evidencia histórica y científica es contundente.
Se encontró una mandíbula a la que le faltaban dientes. Cervantes escribió que solo le quedaban seis, lo que encajaba perfectamente"
Periodista
UN LEGADO QUE SOBREVIVE AL OLVIDO
Pese a su genialidad, Cervantes muere en 1616 casi en el anonimato. “Al día siguiente de morirse se olvidan de él, de su cuerpo. Su cuerpo cae en el olvido absolutamente”, lamenta Álvar. Sin embargo, su obra ya viaja por el mundo. “La primera edición del Quijote envía al menos 400 ejemplares a Indias en 1605. No es lo mismo el autor que la persona”, subraya el historiador.
Incluso en sus últimos días, el escritor deja frases que revelan su profunda fe y su serenidad ante la muerte. “Ayer me dieron la extremaunción y hoy escribo esto”, cita Álvar con admiración. “Esa frase de esperanza en la vida del más allá no la hace una persona que no sea católica”, añade.
Las cicatrices de aquellos años de cautiverio están presentes en muchas de sus páginas. “Por todas partes”, asegura Álvar. “Ese escepticismo, esa búsqueda, esa mezcla de desencanto y fe, se filtran en sus novelas y en sus personajes. Cervantes conoce el dolor de la traición, la soledad y la decepción, y eso le da una profundidad única”.

Estatua de Miguel de Cervantes
De hecho, su obra póstuma, Los trabajos de Persiles y Sigismunda, recoge una de sus reflexiones más sobrecogedoras: “El tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan y con todo esto llevo la vida sobre el deseo que tengo de vivir”.
Hoy, más de cuatro siglos después, la ciudad que casi lo rompe sigue siendo una clave para entender al genio. Argel, la urbe que “le defraudó demasiado”, se convierte en el escenario que forja al escritor que cambió para siempre la literatura en español.