7.000 personas todavía siguen afectadas dos años después de la erupción del volcán de La Palma
Exactamente, el 19 de septiembre de 2021, la tierra se abrió en la dorsal de Cabeza de Vaca dejando salir al monstruo de lava que durante 50 años había dormido en el Cumbre Vieja.
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Actualizado 22:45
La lava cubrió durante 85 largos días gran parte del Valle de Aridane y arrasó con todo lo que encontró a su paso. Cubrió más de 1.200 hectáreas de tierra, sepultando 74 km de carreteras y afectando a casi 3.000 edificaciones. Han pasado 2 años, pero si das un paseo por La Palma aún se puede ver la huella que dejó el Volcán de Cumbre Vieja tras su erupción. Esas lenguas de lava petrificada siguen allí como una cruel cicatriz. ¿Y qué ha pasado con los 7.000 afectados, con tanta gente que perdió su casa y sus cultivos? Pues ya te adelanto que continúan en un triste limbo.
730 días después de esa erupción todavía hay cientos de personas que no han vuelto a sus casas. 70 siguen en los hoteles en los que fueron realojados, otros tantos están reubicados en casas prefabricadas o en casas contenedor y otros viven en pisos de alquiler con ayudas del Gobierno o sin ellas. Las ayudas prometidas por las distintas administraciones no acaban de llegar a todo el mundo.
Lo que sí comparten esos 7.000 afectados es mucha incertidumbre. Afectados como Olegario, que tiene 70 años y ahora vive en un piso de alquiler. Antes tenía una casa y una plantación de plátanos que quedaron bajo la lava. Los dos últimos años ha trabajado para intentar volver a esa vida que le arrebató el volcán. Recibe una pequeña ayuda que le permite pagar el alquiler y lleva todo este tiempo peleando para conseguir una licencia que le permita volver a construir. Después de todo, aunque estén bajo la lava, siguen siendo sus tierras. Tras dos años de negativas, ha conseguido la licencia aunque todavía no termina de creérselo. “Me han dicho estos días que puedo construir, pero decirte aquí sí es decirte al siguiente día que no”.
Se han tenido que ir a vivir a otra isla
Otros no han tenido tanta suerte. Es el caso de Yurena. Su casa está también bajo la lava, pero ella no cree que vaya a volver. Se quemó su vivienda y todo lo que tenía dentro. La suya fue de las primeras. Apenas tuvo unas horas para coger unas bolsas y salir corriendo. El primer día de erupción la lava ya estaba tragándose todas sus cosas. En su caso, las ayudas no han llegado. Solo las de las donaciones que le dan asociaciones de vecinos y ONG's que se han movilizado estos dos años para echar una mano. El alquiler es inviable para alguien que, como ella, sobrevive con lo que pagan de un ERTE. Al final, no le ha quedado otra cambiarse de isla. “He tenido que emigrar porque a otra isla porque en La Palma no se puede comprar, no nos ha llegado la ayuda del alquiler, lo hemos pagado con el dinero que teníamos ahorrado”.
Si hablamos de pérdidas en números: La factura de daños por el volcán de Cumbre Vieja fue cifrada en abril de 2022 en 982 millones de €, de acuerdo a los datos ofrecidos por el Cabildo, los ayuntamientos palmeros, las entidades aseguradoras y una consultora especializada.
Uno de los puntos principales de la economía de La Palma: la industria platanera, se sigue recuperando, pero el sector calcula que tardarán en torno a 4 años para recuperar su actividad normal. Hay que recordar que esta industria platanera da trabajo directo e indirecto a 11.000 personas, en una isla de 85.000 habitantes aproximadamente y que aporta 135 millones de euros anuales en ingresos del exterior, según datos de los productores. Ojo por que La Palma, cuya producción normal era de 140 millones de kilos anuales, el 32% del plátano de Canarias, ha visto mermadas sus exportaciones en 53 millones de kilos por el efecto del volcán.
Lógicamente, también el turismo en la isla se vio afectado para mal. Por ejemplo, convirtió Puerto Naos, un centro turístico donde decenas de personas veraneaban o regentaban negocios, en zona de exclusión por la presencia de gases tóxicos debido a la ubicación de una cámara magmática a escasos kilómetros de profundidad.
En esa zona de Puerto Naos y La Bombilla, nadie puede ir hasta nueva orden. Ni siquiera Francisco. Él vive allí y aunque, la lava no llegó y su casa está perfectamente, es uno de los mil vecinos que no puede volver. No le dejan por el nivel de gases que sigue habiendo. Los gases son en su mayoría Co2, que es lo que expulsan las lenguas de lava fría y, aunque no puede quedarse a vivir allí. “He podido ir a por mis cosas en octubre del año pasado y gracias a la amabilidad del personal allí presente sí que pude acceder, pero no con permiso”.
Centenares de casas sepultadas bajo la lava, muchos lugares llenos de recuerdos que ya no serán visitados nunca más, carreteras por las que ya no se viaja y personas que jamás volvieron a ser las mismas. El número de damnificados que solicitan ayudas no para de crecer ante la insuficiencia de las prestaciones públicas.
La ayuda de la Iglesia
La Iglesia no tardó en responder a la tragedia desde la oración, la ayuda espiritual y la puesta en marcha de estrategias de ayuda material a los damnificados a través de Cáritas. Dos años después, la labor continúa. Con motivo del segundo aniversario de la erupción, Cáritas Diocesana de Tenerife ha hecho pública sus más de 3.700 atenciones relacionadas, haciendo llegar ayuda a 1.300 familias y 3.400 personas a través de la Campaña de Emergencia y Solidaridad con la Isla.
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Muchas de estas familias son atendidas periódicamente y siguen siendo acompañadas actualmente por la institución, mientras que otras acudieron en los últimos meses por primera vez debido a la falta de respuestas de las administraciones públicas, o ante la insuficiencia de las ayudas recibidas. El monto total invertido por Cáritas en esta labor de ayuda asciende a los 3,8 millones de euros, destinados a ayudas al alquiler, atención básica y obras de reforma y compra de mobiliario a familias damnificadas de la erupción y en situación de vulnerabilidad.
Y dos años después del comienzo de la erupción, otra pregunta es ¿cómo está el medio ambiente, cómo está la biodiversidad? Pues la biodiversidad se ha recuperado en los terrenos junto a las coladas, pero en el desierto de basalto central las altas temperaturas y las condiciones ambientales no permiten el desarrollo de la flora y fauna.
Lo ha explicado en COPE el biólogo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Manuel Nogales. En sus propias palabras, “si todo esto sigue a este ritmo esto tardará varias décadas, 40 o 50 años”.
¡Cuántos daños provocó ese volcán a todos los niveles! Aquí en Cope, dos años después nos nos olvidamos de esos 7.000 afectados que todavía continúan en un triste limbo.

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