Esta noche se han entregado los premios Goya del cine español. Una ceremonia en la que tradicionalmente vemos todo tipo de reivindicaciones en diferentes formatos. Unas ácidas, otras con humor e incluso otras veces los hay que se pasan de graciosos. Hay de todo en los Goya, se comenta de todo; los conductores de la gala, los vestidos de los actores, los cantantes, las anécdotas y los discurso de los premiados. Y ahí quiero llegar, al discurso. Generalmente escuchamos agradecimientos, palpamos emociones, alguna reivindicación social o política con al que puedes estar de acuerdo, o no.

Pero hay algunas ocasiones en las que se traspasa la barrera, esa distancia con el espectador y ese mensaje llega más allá, como una buena película. Nos cala emocionalmente, mueve algo dentro de ti. Eso ha pasado esta pasada noche con Jesús Vidal, un chico con discapacidad intelectual que ha sido galardonado con el premio Goya al Actor Revelación por su papel en Campeones de Javier Fesser. Ha subido al escenario y a partir de ahí, no ha habido más gala. Ha sido insuperable

Quizás ha sido por la sorpresa, porque te esperas lo de siempre, pero el caso es que Javier se ha comido a las estrellas, los patrocinadores, los cantantes y hasta la alfombra roja. Que pedazo de intervención la de este actor, con un discurso limpio, bien hilado y tan humilde de corazón que ha puesto a la gente en pie y ha dado una lección para muchos de nosotros...

Lo de Jesús Vidal ha sido de lo mejor de los Goya en mucho tiempo aunque por esos atriles del glamour hayan pasado grandes actores, guionistas reputados o genios del cine. A veces la sencillez triunfa. Mientras en Sevilla se entregaban los Goya en Venezuela se acumula una tensa calma. El presidente Interino Juan Guaidó ha conseguido sacar a centenares de miles de personas en calles de Venezuela en una nueva convocatoria contra el régimen de Nicolás Maduro que ha intentado dar la réplica convocando sus propias marchas. Ambos miden sus fuerzas sin que Maduro se atreva a ir más allá, por ahora.

Maduro contrarresta abriendo las puertas a que civiles puedan integrarse en el ejército, es decir, que sus seguidores puedan ser milicianos. Algo que desde luego no es un buen síntoma.

Maduro ha tratado de hacer piña con sus partidarios con una especie de credo chavista redactado para la ocasión. Un ejemplo muy claro, y sonoro, de la unión compacta de la masa con el líder, algo que ya hemos visto en los años 30 del pasado siglo y que seguimos observando en determinados lugares como Corea del Norte.

Maduro ha hablado, en las últimas horas, de convocar elecciones, a su manera. Pero, ojo, elecciones legislativas, que no presidenciales. No sé si este tipo de convocatoria es la que le vale a Pedro Sánchez para el ultimátum que por cierto acaba hoy. Mañana lunes el Gobierno de Sánchez va a reconocer a Guaidó.

Precisamente Juan Guaidó ha convocado también a centenares de miles de personas. Ha vuelto a reclamar el apoyo de la Comunidad internacional para recibir ayuda humanitaria e insiste en el papel del ejército para que permita la entrada de ayuda a Venezuela. Y esa puede ser otra clave. Si llegado el momento, ordenará Maduro que se bloquee la ayuda que Venezuela necesita o si los soldados permitirán que no sé de alimento a una gente a la que le falta de todo, incluidas sus propias familias.