Momento para echar la vista atrás y aprender, o recordar, un poco de Historia. Hoy vamos a centrarnos en la Guerra de Marruecos, concretamente en uno de los episodios más trágicos que el ejército español vivió en este territorio, el desastre del Barranco del Lobo. Estamos en el año 1909, 27 de julio, en una zona del norte del continente africano muy próxima a Melilla. Allí, 153 soldados españoles perdieron la vida y más de medio millar resultaron heridos en un desastre de operación militar.

Este suceso se engloba dentro de la Guerra de Marruecos, un hecho que la historia ha denominado así, pero que realmente no enfrentó al Reino de España contra el país africano, sino contra las cabilas que circundaban la Ciudad Autónoma. Los rifeños, que así se llamaban las tropas de las cabilas, atacaron el 9 de julio a un grupo de obreros españoles que construían un puente para un ferrocarril minero, matando a seis de ellos e hiriendo a otro. En ese momento, el Gobierno decide reclutar nuevas tropas.

Las tropas mandadas por Maura eran una leva mal adiestrada y con motivación nula, que se encontraron en un terreno muy escarpado, rodeados de tropas rifeñas. No en vano hablamos del desastre del Barranco del Lobo, porque se produjo precisamente en este terreno, un barranco.

Hay que destacar, además de todos estos factores, que las tropas españolas se encontraban en un país extranjero, con temperaturas extremas y con pocas reservas de agua. Los francotiradores rifeños arrinconaron la caballería española, causando las más de 150 bajas y más de 500 heridos. El detonante principal fue la muerte de los trabajadores ferroviarios, pero no fue el único, también se encontraba el rechazo al protectorado.

Pero, ¿qué es esta figura? Pues el protectorado es una nueva forma de colonialismo que se instauró a principios del Siglo XX entre las principales potencias de Europa, y en el que se incluyó a España como método de resarcirse del desastre del 98 en el que habíamos perdido Cuba y Filipinas.

La intención de estos protectorados era subir a los territorios menos desarrollados al tren del progreso europeo... casi como una especie de lo que durante el imperio romano se llamaba “romanización”. Por supuesto, esta colonización incluía la retirada de los españoles al finalizar el proyecto de desarrollo, pero los rifeños se sublevaron contra lo que consideraban una ocupación.

La importancia de este trágico suceso no es baladí, y es que no solo se tomaron represalias contra el Estado español en territorio marroquí. El levantamiento se produjo también dentro de España contra esta intervención en Marruecos. Es otro episodio negro dentro de la historia de España, lo que se conoce como la Semana Trágica.

Madrid, y principalmente Barcelona, se levantaron contra las levas, es decir, el reclutamiento de reservistas. La sociedad española estaba lejos ya de ese colonialismo y no lo compartía, y mucho menos si, como estaba sucediendo, costaba la vida de sus jóvenes soldados.

El epicentro de esta semana trágica estaba en Barcelona. La población de la Ciudad Condal se levantó, llegando a montar barricadas en el puerto, para evitar que aquellos reservistas que habían sido llamados a luchar en Marruecos subiesen a los barcos que les llevasen a la guerra.

Los barceloneses se quejaban principalmente de que el mayor número de levas se habían producido en su ciudad, lo que suponía que muchas familias tuvieran que perder a sus miembros más jóvenes. La respuesta de Maura, que vio cómo su gobierno se debilitaba hasta llegar a desaparecer, fue enviar al ejército para controlar los disturbios.

Toda una ciudad se había alzado contra un gobierno que desde Madrid les estaba presionando e instigando. Incluso se llegaron a crear formaciones políticas que defendían la vida de los jóvenes y apoyaban la negativa de los ciudadanos a acudir al frente, el partido Solidaridad.

Volviendo a territorio africano, hay que decir que el desastre del Barranco del Lobo ha sido considerado, junto con el de Annual en 1921, como una de las más sangrientas derrotas sufridas por el ejército español en las guerras coloniales sostenidas en el norte de África. Sin embargo, a pesar de las pérdidas de vidas, se consiguen los objetivos marcados y se rechaza al enemigo.

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Ante la gravedad de los acontecimientos se decide suspender todas las operaciones bélicas y continuar reforzando el contingente español en Melilla, que a mediados de agosto ya cuenta con más de 35.000 hombres y un elevado número de piezas de artillería y munición. A finales de agosto se reinician los combates por parte española, aunque ahora desde una posición de claro dominio, lo que llevaría a la pacificación total de la zona a finales de año.