Diego Garrocho: "Los juicios siempre deben apoyarse en hechos con un mínimo anclaje en la realidad objetiva"
El profesor de Filosofía, Diego Garrocho, alerta sobre la peligrosa deriva política que desprecia los hechos y normaliza la mentira

Madrid - Publicado el
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Son demasiados los momentos en los que hemos visto a personas negar la dimensión factual de la realidad. Ya señalamos en su día cómo la administración Trump coqueteó con la idea de que pudieran existir algo así como los hechos alternativos. Y hace apenas unas semanas vimos a Pilar Alegría insistir en una falsedad sabiendo que lo era. La ministra portavoz sostuvo que la Guardia Civil planeaba asesinar a Pedro Sánchez con una bomba lapa incluso después de que el bulo fuera desmentido. Desde el Palacio de la Moncloa se llegó a afirmar que la existencia o no de esa amenaza era simplemente una cuestión de interpretación.
El juego de las interpretaciones tiene una tradición filosófica bien notable. Nietzsche, por ejemplo, llegó a afirmar que no existen los hechos, sino que solo existen interpretaciones. Pero créanme si les digo que la advertencia del pensador alemán era mucho más compleja y sutil de lo que podría desprenderse de una lectura superficial de la cita.
En las últimas semanas hemos visto a miembros del Gobierno respaldar las tesis de un supuesto sabotaje ultraderechista tras el robo de cobre que paralizó el AVE. También se mantuvo, más allá de lo verosímil, la hipótesis de un ciberataque como causa del apagón. Y el miércoles el presidente apeló a presuntos casos de corrupción que en realidad ya habían sido sobreseídos en las filas del Partido Popular.
Los socialistas no están solos en esta tendencia. En su día Aznar se aferró a la tesis de las armas de destrucción masiva en Irak, y desde el Partido Popular se alentó una hipótesis fantasiosa sobre el origen del 11M.
Es razonable, incluso saludable, que los juicios de valor puedan discutirse en democracia. Alguien puede sostener que Pedro Sánchez es un buen presidente y otra persona puede defender que es un estadista desleal, pero esos juicios siempre deben apoyarse en hechos con un mínimo anclaje en la realidad objetiva. Incluso para disentir necesitamos compartir una base común de verdad.
Viendo la relación que muchos mantienen con los hechos y el prestigio creciente que parece tener la mentira, cobran más sentido que nunca aquellas palabras de Chesterton en las que decía: algún día habrá que desembainar espadas para demostrar que las hojas son verdes en verano.