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¿Cómo es Auschwitz? Un recorrido por el infierno

Cuando empieza el viaje desde Cracovia es imposible imaginar lo que te vas a encontrar

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Tiempo de lectura: 3'Actualizado 21:40

Cuando empieza el viaje desde Cracovia es imposible imaginar lo que te vas a encontrar. Intentas concienciarte, intentas recordar lo que has leído sobre el Holocausto. Te intentas poner aquel momento de la Historia, hace solo 75 años... pero es imposible. Cuando pasas bajo el arco que conforman las palabras "Arbeit macht frei"...""El trabajo libera"... lo que te entra es congoja, miedo y vértigo. Respeto y honra.

Y no has hecho más que empezar. Lo primero que aprendes es que el tren, esa famosa perspectiva de las vías con la estación al fondo. Esa imagen no es Auschwitz. Es Birkenau. Un campo casi anexo, prácticamente destruido por los bombardeos, que contrasta con el escalofriante estado de conservación perfecta de los barracones de Auschwitz. Se conserva un vagón en una vía muerta. Giras 180 grados y se ve la estación. Te crees que estás en un decorado - de las veces que lo has visto -... y resulta que no. Aquello fue la estación termino del horror.

Y entramos en el campo. Íbamos los cinco... Pilar, mis tres hijos... no podíamos ni hablarnos. Tan solo imaginar mínimamente, muy, pero que muy desde lejos... cómo se tuvo que morir allí... Los ladrillos de Auschwitz siguen siendo de granate arcilla. No sé si los cristales y las ventanas son los mismos... pero lo parecen. Se trata de un complejo perfectamente urbanizado. Pabellones en línea, calles rectas y ángulos rectos. Pabellones para vivir - perdón por el verbo -, los hornos crematorios, el pabellón de Mengele, las cámaras de gas... las literas, los camastros... Y el frío.

¿Cómo es posible que un cuerpo humano soporte eso? ¿Hasta donde llegan las ganas de vivir... para aguantar aquel pánico? En aquel escenario no tuve la sensación de estar haciendo turismo... ni siquiera turismo cultural. No. Tuvimos la sensación de estar rindiendo honor a la memoria de las víctimas.

Las cámaras de gas y los hornos crematorios son sencillamente indescriptibles. Te doy mi palabra de honor... no sé si es un efecto o la sugestión... pero te juro que allí huele a gas. Es como si los ladrillos no olvidaran aquella atmósfera 75 años después. Justo en la puerta te piden silencio. Y te callas... y parece que oyes a aquella gente expirar y a los nazis dando órdenes a gritos.

Y pensé... qué debe sentir un ser humano cuando se ve apelmazado, de pie, desnuda, tiritando... cuando notas que se abren las duchas... hueles... y adiós. ¿Te da tiempo a gritar... o lo estarían deseando para dejar de sufrir en vida? Sales de esas cámaras ligeramente subterráneas y accedes a los hornos. Y ves las chimeneas y piensas que por allí por salieron las almas de millones de víctimas del odio más inimaginable que pueda poseer el ser humano.

Te da vergüenza hacer hasta una foto. Es como robar la dignidad. En determinados barracones se exhiben inmensas vitrinas, en paralelo a los pasillos donde consigues poner nombres propios. Me impactó hasta el horror la vitrina llena de pelo. Melenas, pelucas, trenzas blancas de las canas. Cuando los soldados del ejército soviético entraron en Auschwitz se encontraron almacenes inmensos de con los cabellos cortados, rapados y afeitados de los recluidos en el campo.

Pensar que cada cabello de esa inmensa montaña de pelo perteneció a alguien... ¿Sabes qué se hacía con ese pelo?... se apelmazaba, se prensaba y se fabricaban zapatillas para los marineros de los submarinos nazis y suelas para los trabajadores de trenes e industrias. Ese cabello se llegó a utilizar para el relleno de los abrigos de los soldados nazis, para combatir el frío

Y en la siguiente había maletas y cuadernos... y en otra vitrina había objetos de loza, cacharros, cubiertos... 75 años después se aprecian los colores.... las canas, el pelo rubio, las melenas castañas, negras...

Creo recordar que el Hospital de Mengele estaba separado de la zona de los hornos y las cámaras. Me pareció más un laboratorio de experimentos que un centro médico. Y me impresionó recordar que Mengele murió... ¡¡¡ en 1979 !!! ¿Cómo pudo seguir viviendo un monstruo así?... porque desde que se cerró Auschwitz... el Ángel de la muerte siguió 34 años vivo.

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