Expósito: "Solo en España la izquierda flirtea con los nacionalismos"

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"Son las ocho, las siete en Canarias

Este fin de semana se han contado varios guiños desde el gobierno hacia los independentistas catalanes. Guiños, cuanto menos, curiosos. Digamos que se confirma que las casualidades no existen. Y que si encadenas unas declaraciones con otras, el relato suena a declaración de intenciones.

Carmen Calvo, vicepresidenta del Gobierno, nada más y nada menos que la número dos de Pedro Sánchez; la delegada del Gobierno en Cataluña, Teresa cunillera; días atrás Borrell y el ministro de fomento y el que manda en el partido, José Luis Ábalos... Insisto todos juntos, resultan muy interesantes.

Por este orden:

Carmen Calvo: “Entiendo que si se retrasara mucho -no sabemos, yo no lo sé, esto es asunto sólo del juez- sería alargar demasiado una situación de prisión preventiva. Y parecería también lógico que el juez, en el ámbito su competencia, pudiera decidir que estuvieran en otras condiciones”.

La delegada del Gobierno, Teresa Cunillera, este fin de semana: “Para conseguir un indulto ha de haber una sentencia firme y ha de haber una petición igual de firme del que acepte la sentencia. Y si piden el indulto yo soy partidaria, claro. Pero lo tienen que pedir”.

Y días atrás Borrell en la BBC: “Yo personalmente preferiría que estas personas estuvieran en libertad condicional. Hay otras maneras de asegurarse que no huyan”.

Y José Luis Ábalos: “Yo creo que sabían perfectamente cuáles eran las consecuencias de determinados actos. Otra cosa distinta es si usted me pregunta: ¿está bien que haya políticos presos? Yo le diría que no ayuda en un proyecto de normalización, de concordia... Serán elementos que habrá que superar”.

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¿Casualidad? Lo dudo. ¿Estrategia? Visto lo visto, vete tú a saber. ¿La verdad? Me da a mi que se trata de salvar al soldado Torra o al soldado Junqueras.

Lo que ocurre es que se entrecruzan varios planos:

1.- El proceso judicial y la independencia judicial

2.- Los socios, en clave política; las hipotecas y el futuro.

Y 3.- El problema de fondo: ¿Por qué la izquierda en España flirtea, hace carantoñas y se escora incomprensiblemente hacia los nacionalismos?

Que un ministro, y no te digo la vicepresidenta del Gobierno, opinen sobre un caso sub iudice, días antes del inicio del juicio oral nada menos que en el Tribunal Supremo... ¿eso no es inmiscuirse en la Justicia? ¿Te imaginas a Soraya Sáenz de Santamaría, siendo vicepresidenta, diciendo que habría que indultar o que sacar de la cárcel a Bárcenas o a Urdangarín?

No digo que unos magistrados del Supremo, con lo que les ha llovido encima, se dejen presionar. ¿Pero esta injerencia cómo se llama? ¿Qué es la separación de poderes?

El asunto de los socios también tienen tela. ¿De verdad Pedro Sánchez, Carmen Calvo, e incluso Borrell se sienten cómodos con socios así? ¿Tanto en la moción de censura como en el Parlamento, en las comunidades autónomas o en los ayuntamientos?

¿Y a futuro? Después de lo que hemos vivido de un año a esta parte, después de la estrategia a largo plazo en la educación que puso en marcha Pujol, que siguió el Tripartito y Artur Mas y no te cuento Puigdemont, ¿el PSOE puede fiarse de esta gente?

Me resulta inconcebible que el PSOE, partido de Gobierno de España, no se dé cuenta de que el problema no es sumar para gobernar, que el problema es el modelo de Estado, la Constitución, la Transición y, por lo tanto, España y hasta la Unión Europea.

Porque esa es otra. España es el único país donde la izquierda coquetea, entiende y se besuquea con los nacionalismos. ¿Por qué? ¿Por complejos postfranquistas? ¿Por odios cainitas?

En Italia los nacionalismos independentistas del norte son la ultraderecha de la Liga; en el Reino Unido, el brexit lo consigue la ultraderecha de Faragge; en Bélgica, esos mismos ultras son los indepes flamencos -todos ellos, curiosamente, partidarios de Puigdemont-. Bueno, pues aquí en España, quienes co-gobiernan con quienes quieren romper desde sus terruños es la supuesta izquierda española.

Aquí, como en ningún Estado de nuestro entorno, se confunde lo progresista con lo nacionalista y lo reformista con romper el concepto de los estados-nación.

Me temo que este es el quid de la cuestión. Que por un complejo posfranquista 43 años ya, la izquierda española comprende y se rinde ante los regionalismos excluyentes. Ni agrupémonos todos. Ni género humano.

Haría bien la izquierda, supuesta izquierda española, en reparar dónde están los auténticos socios para los temas de fondo. El estado-nación, la Transición, España y la Unión Europea.

Ese es el marco en el que hay que preocuparse por el flirteo entre este gobierno y los independentistas catalanes. El incomprensible amor entre la izquierda y los nacionalismos, único en el mundo".

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