Expósito conoce el testimonio de dos mujeres víctimas de trata: "No pensaba que yo era válida para que me respetaran, y me sentí así"
María y Lucía, víctimas de la trata de personas, hablan en La Linterna sobre cómo han conseguido recuperar la dignidad con un trabajo en el Parque del Retiro de Madrid

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125 hectáreas dan vida al Parque del Retiro, con sus respectivas flores, árboles y plantas. Pero aquí no es lo único que florece. Detrás de los uniformes de limpieza y jardinería, se esconden mujeres como María y Lucía, que tras años de sufrimiento e invisibilidad, han conseguido pedir ayuda. Gracias al Centro de Atención a Víctimas de Trata del Ayuntamiento de Madrid, el Centro Concepción Arenal, y la colaboración de empresas como PreZero, recibieron la atención y el respeto que necesitaban.
María consiguió dar voz a su caso gracias a una persona que le ayudó a ponerse en contacto con el centro del ayuntamiento. Ahora, trabaja en la limpieza del parque. “Vi respeto de ellas hacia mí y muy pocas veces lo había sentido”, ha asegurado. Confiesa que se siente apoyada por los trabajadores y las personas que están a cargo porque ha venido de “situaciones de maltrato, y ahora estoy en un sitio donde se me respeta por ser quien soy”.
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Sobrevivir a la trata de mujeres
Lucía, madre de dos hijos de 16 y 10 años, es otra de las muchas mujeres que ha sido víctima de la trata de personas. Su objetivo era seguir con sus estudios, pero su situación económica no le acompañó. “Desde ahí se me rompió todo y tuve que buscarme la vida, trabajar o lo que fuera”. También ha explicado que “tenía dos niños y una situación muy difícil”. Ahora, con la ayuda del ayuntamiento, ha conseguido abrirse a más caminos, aunque no se conforma: “yo siempre me digo que puedo aspirar a más. Si hoy empiezo en el Retiro, que vaya subiendo poco a poco”.
La jefa de la Unidad de Atención a Otras Violencias del ayuntamiento, ha apuntado que el éxito está en la recuperación integral de la mujer y que poco a poco vayan escalando. “No quieren quedarse solo en barrenderas o tener la oportunidad de trabajar en jardinería en el Retiro, sino que han comenzado un camino que no tiene fin”.
También ha agregado que acompañan y sensibilizan a los formadores para que logren entender las diferentes situaciones que han vivido estas mujeres. Señala que “un empleo es mucho más que un medio de vida o una remuneración económica para subsistir y cubrir necesidades básicas”.
Estos servicios, como el Centro Concepción Arenal, se adaptan a ellas de tal manera que no se tenga que solicitar ningún requisito para que sean atendidas. Además, ha remarcado que para ayudarles, les ofrecen todas las facilidades del mundo para su incorporación al ámbito laboral: “no necesitamos que estén empadronadas, tampoco que tengan documentación, ni que se porten bien desde el primer día. Respetamos sus tiempos en todo momento, sus decisiones y sus procesos”, ha concluido la entrevistada.
Una vez que estas mujeres finalicen sus cursos de formación, existe el riesgo de que, ante la falta de un empleo, encadenen un curso tras otro sin salida. En estos casos, aparece la colaboración público-privada con la empresa Pre-Zero, en manos de Sonia Álvarez, gestora de ella. Con oficinas en España y Portugal, con 49 nacionalidades distintas, es una empresa muy diversa en la que llevan a cabo iniciativas como la Escuela de Oficios, dedicada a la conservación integral del parque.
“Reciben formación general para conocer todos los oficios que desarrollamos en el Retiro, para que sepan hacia dónde pueden dirigirse o qué les gusta más”, ha explicado. Asegura que se siente orgullosa de que hayan recuperado su dignidad con este trabajo, a pesar de las dificultades de la formación: “han tenido muchos problemas logísticos y lo han conseguido”.