El que la Iglesia esté cerca de quien sufre la injusticia en su vida, no es nada nuevo.

El momento actual que vivimos es un verdadero desafío que ha puesto los problemas sociales en el centro de la atención del mundo. La pandemia, a la vista está, ha sacudido con más fuerza a las personas que ya estaban en desventaja, porque las oportunidades -no nos engañemos- no son iguales para todos, y esto la pandemia lo ha puesto en primer orden. Es urgente trabajar en medidas que devuelvan la dignidad al ser humano.

Pero, ¿cómo proponer esto en un mundo cada vez más desigual, más injusto? Desde luego no podemos quedarnos de brazos cruzados. La Declaración Universal de Derechos Humanos señala que todas las personas nacen libres e iguales. Y además recoge derechos como la vida, la educación, la libertad, la salud, el trabajo o el acceso a una vivienda digna. Porque todos tenemos derechos, también deberes, pero hay una serie de derechos que son básicos.

Estos días, el Papa Francisco ha sido injustamente criticado por proponer un salario universal y una reducción de la jornada laboral que se abra a la creación de nuevos puestos de trabajo. Esto no es un invento de Francisco. Verás, la Iglesia está llamada a promover el desarrollo integral del hombre buscando el bien de la persona. Así queda reflejado en los textos de los pontífices. Basta leer el compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, publicado en tiempos de Juan Pablo II.

En la encíclica ‘Caritas In Veritate’, Benedicto XVI hablaba de repensar posturas y actitudes. Juan Pablo II, en la carta ‘Sollicitudo Rei Socialis’, repasa también las enseñanzas sobre el desarrollo humano integral al que llamaba a trabajar Pablo VI en su encíclica ‘Populorum Progressio’ para promover el desarrollo de los pueblos.

Es cierto que los tiempos cambian, pero el mensaje de la Iglesia es el mismo. Quizá la diferencia esté en la forma de contar las cosas… o en la necesidad, cada vez más urgente, de avanzar en una única dirección: la de poner a la persona en el centro de todo aquello que nos rodea.