Almudena Suárez, de la diócesis de Vigo, un ejemplo de la importancia de la mujer en la Iglesia: “Cada uno tiene una función"

El Vaticano ha publicado un documento con las conclusiones de una comisión que creó en su día el Papa Francisco para valorar la posibilidad de aceptar el diaconado femenino. El documento, que consta de siete páginas, lo descarta de momento, aunque no excluye la posibilidad de que en un futuro eso pueda cambiar. En el documento la Santa Sede tiene en cuenta los argumentos a favor y en contra del diaconado femenino y admite que el papel de la mujer en la Iglesia crezca en cantidad y en importancia accediendo a otros ministerios.  

Almudena Suárez Cerviño, gallega que desde hace décadas presta servicio en la diócesis de Tuy-Vigo, es un ejemplo de cómo las mujeres pueden asumir responsabilidades pastorales de peso.  Se encarga de dirigir la celebración de la Palabra en ausencia de sacerdote en siete parroquias.

"El reconocimiento da visibilidad"

En 'La Linterna de la Iglesia', Suárez Cerviño explica que su misión consiste en coordinar, preparar y presidir estas celebraciones cuando no es posible contar con un presbítero. “Adaptamos las asambleas dominicales en ausencia de presbítero, proclamamos las lecturas, yo hago una pequeña homilía, rezamos el Credo y la oración de la comunidad”. La celebración concluye con el Padrenuestro, pues, recuerda,  ella no puede consagrar: “¿Qué conseguimos? Pues que haya celebración, para los cristianos es un día muy importante”.  

La publicación del documento vaticano le hace reflexionar sobre la visibilidad de estos servicios que las mujeres llevan años realizando. “Siempre estuvimos ahí; el reconocimiento lleva a la visibilidad”, afirma. 

Tras más de dos décadas en este ministerio laical, considera que el nombramiento oficial y la claridad sobre sus funciones ayudan tanto a la comunidad como a las mujeres que ejercen estos servicios: “Esa visibilidad que da siempre el nombramiento es buena", sostiene Almudena.

"Cada uno tiene una función dentro de la Iglesia"

Aun así, Almudena Suárez subraya que su papel no sustituye ni replica el de un sacerdote. “Ellos vienen del ministerio del orden" recalca recordando que cada vocación tiene una naturaleza propia. Para ella, la clave está en entender la diversidad de carismas: “Cada uno tiene una función, hay que intentar desarrollarla y poner al servicio los talentos”.  

 Además de su labor pastoral, Almudena es profesora de Religión en un instituto público, una doble vocación que vive con naturalidad. “Es maravilloso, porque hay que organizarse simplemente, los chavales son siempre lo que me mantiene joven y lo que me da vida”, comparte. 

Para ella, su trabajo en las parroquias es casi una prolongación educativa: otro espacio para acompañar, escuchar y servir. “Hay que poner al servicio lo que se nos dio y eso es lo que yo trato de hacer”, concluye.