Aquejado por la alergia, Fidel Moreno, utiliza una vez más su espacio radiofónico para realizar un rito propiciatorio, en este caso con el objetivo de que llueva. En su 'Qué me estás cantando' de esta semana suenan tres canciones para provocar una pluviosidad abundante, un diluvio que acabe de una vez por todas con el molesto polen de tejos, cipreses, arizónicas, enebros, sabinas o tuyas.

La primera de ellas es "Nunca llueve en el sur de California", el gran éxito de Albert Hammond, en una versión en español que grabó Andy Russell. Aquí la lluvia es una metáfora del desamparo. El protagonista de esta canción llegó a California pensando que allí siempre brillaba el sol y que nunca llovía, y lo que nos dice en el estribillo es que no suele llover en el sur de California pero que cuando llueve, llueve de verdad. Así que Fidel pone esta primera canción para que, al menos en Madrid, que está tan reseco y que parece que nunca llueve, que llueva de verdad.

El segundo tema que suena es "A cántaros" de Pablo Guerrero. Es una canción revolucionaria, antiburguesa, que busca la liberación colectiva a través del despertar individual, la liberación colectiva sería esa lluvia torrencial a la que se invoca en el estribillo, y que es una lluvia hecha por todas aquellas personas despiertas que están, como dice el primer verso, hechos de nubes y que constantemente se preguntan acerca de aquellas cosas que nos atan y nos esclavizan: como el consumo, las hipotecas, los créditos...

Por último suena "Ojalá que llueva café en el campo" de Juan Luis Guerra, que contó que se le ocurrió hacer esta canción a partir de un verso de un poema bucólico campesino que le había enseñado un folklorista amigo suyo, y que hablaba de que lloviera café. Con esa idea hizo esta canción tan maravillosa que expresa el deseo de que una lluvia benefactora provea de toda clase de riquezas comestibles: habla de café y de que llueva yuca, te, queso blanco, berro, miel, trigo, arroz, batata y fresas…