Aparentemente era una persona tranquila, nada agresiva, serio e inteligente, educado y trabajador. Siempre se presentaba muy bien vestido.

Su mente no paraba un momento y de contratar prostitutas pasó a matarlas. Es curioso como actuaba. Provocaba accidentes de tráfico, y tras prestarse a ayudar y llevar a la accidentada al hospital, luego las llevaba a un descampado y cometía el abuso sexual. De las violaciones pasó a matar.

Su primera víctima fue Sonia Rubio, una joven que conocía de vista y una noche se prestó tras salir de la discoteca para llevarla a su casa. Tras cuatro meses desaparecida su cadáver aparecía en un acantilado de Oropesa de Mar, dentro de un saco de cemento.

Años después, la policía lo detuvo y en un registro en casa encontraron varias pruebas lo que sirviio para acusarlo de cinco delitos de violación y asesinato. A principios del año 2000, Joaquín Ferrándiz fue condenado a una pena de 69 años de cárcel. Para el año 2023 Joaquín Ferrándiz podrá salir a la calle.