El tesoro vinícola de Madrid a los pies de Gredos: tradición, garnachas de altura y una joya única en el mundo
La bodega familiar Tierra Calma en San Martín de Valdeiglesias demuestra el potencial de la región con vinos puros, vendimia manual y una uva autóctona casi desaparecida

El tesoro vinícola de Madrid a los pies de Gredos: tradición, garnachas de altura y una joya única en el mundo
Madrid - Publicado el
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En un paraje privilegiado, con la Sierra de Guadarrama de fondo y la de Gredos en el horizonte, se encuentra la bodega y viñedo Tierra Calma. Este ha sido el escenario escogido por 'Herrera en COPE' para charlar con Rafael Aguilar, propietario de la bodega y portavoz de la Asociación Madrid Rutas del Vino, y con Jesús López Santiago, doctor ingeniero agrónomo.
Un encuentro para descubrir por qué los vinos de Madrid están viviendo un momento de esplendor, apostando por la vendimia a mano y la máxima pureza.
La clave: suelo, altitud y clima
La diferenciación de los vinos madrileños radica en la riqueza de sus suelos, la altitud de sus viñedos históricos y un clima continental extremo.
"Frío en invierno, calor en verano, hacen que nuestras vides nos den unos frutos para hacer unos vinos excelentes y muy especiales", explica. En la subzona de San Martín de Valdeiglesias, una de las más singulares, la uva garnacha encuentra un hábitat ideal gracias a la altitud, entre 700 y 900 metros, y los suelos graníticos. Esta combinación aporta muchísima frescura y finura a los vinos", haciéndolos elegantes y distintos a otras garnachas de España.

Imagen de recurso
Todo el proceso en Tierra Calma se realiza a mano, "con la mayor pureza del mundo", una filosofía que se transmite en cada botella.
"Lo que cultivas con mucho mimo, con mucha pasión, con mucho entusiasmo, al final refleja todo ese trabajo y se transmite en los vinos, en esa elegancia, en esa finura, en esa frescura", defiende Aguilar.
De la multinacional a la viña por amor a la naturaleza
La historia de Rafael Aguilar y su mujer es la de un cambio de vida radical. Tras años en el mundo de la multinacional, decidieron emprender un proyecto propio en contacto con el campo. Así nació Tierra Calma, con el objetivo de "obtener la mayor pureza de los vinos".
Aunque eran conocedores del sector, rodearse de un buen equipo fue clave para posicionar su producción de 20.000 botellas anuales en el segmento de los vinos de alta gama y dar prestigio a la denominación de origen.
Esta apuesta por la calidad no solo se centra en el vino. La bodega se ha convertido en un referente del enoturismo de alto nivel, atrayendo a visitantes de todo el mundo, desde Australia a Singapur. Ofrecen desde reuniones de empresa hasta celebraciones familiares, combinando la cata de vinos con el rico patrimonio histórico-cultural de San Martín de Valdeiglesias.
"La combinación de patrimonio cultural con vino, con buen ambiente y buenos anfitriones, hace que sea un día fantástico", comenta Aguilar.
Sostenibilidad y tradición como motor
La sostenibilidad es otro de los pilares del resurgir del vino madrileño. Jesús López Santiago, profesor de la Universidad Politécnica de Madrid, explica cómo este concepto abstracto se traduce en prácticas diarias: "Cuando una bodega decide reducir el consumo de fertilizantes o de fitosanitarios, o incluso instalar energía renovable [...], estamos alineándolos con las políticas europeas del pacto verde".

Rafael Aguilar, propietario de la bodega y portavoz de la Asociación Madrid Rutas del Vino, y con Jesús López Santiago, doctor ingeniero agrónomo
Desde la universidad, se investiga para implementar herramientas que faciliten estas prácticas sostenibles tanto en la viticultura como en la producción.
En este sentido, la vendimia manual no solo es una seña de identidad de calidad, sino también una herramienta de sostenibilidad.
López Santiago destaca que este método "ayuda a conservar el paisaje rural, que es importante, y también es una fuente de empleo local", perpetuando así los trabajos tradicionales de la región.
El Albillo Real, la joya autóctona recuperada
Uno de los grandes tesoros de la zona es la uva Albillo Real, una variedad blanca autóctona que la denominación de origen protege por su escasez. Antaño muy importante e incluso consumida como uva de mesa, su cultivo fue decayendo.
Hoy, es considerada una auténtica joya" y un "patrimonio que hay que proteger". Según Aguilar, es una única variedad en el mundo", lo que supone una ventaja competitiva y un gran atractivo para los enoturistas. Con sus notas características, es un vino que representa la grandeza y la singularidad de la región.
El objetivo final, como subraya Rafael Aguilar, es que los vinos de Madrid estén presentes en las cartas de todos los restaurantes y puedan competir en prestigio con gigantes como Rioja y Ribera del Duero. "Ya lo hacen", asegura, pero el reto es consolidar esa presencia y reconocimiento con el apoyo de instituciones como la Comunidad de Madrid y la denominación de origen.
Este contenido ha sido creado por el equipo editorial con la asistencia de herramientas de IA.