El pasado 4 de agosto, el Puerto de Beirut sufrió una terrible explosión a causa de la acumulación de 2.750 toneladas de nitrato de amonio. La magnitud de la deflagración fue tal que se cree que tuvo efectos que equivaldrían a toneladas de TNT. Más de 200 personas perdieron la vida, y 6.500 resultaron heridas. A los daños sobre la población hay que sumar los daños materiales: viviendas, hospitales y colegios destruidos. El embajador de España en el Líbano, José María Ferré de la Peña, ha pasado por los micrófonos de 'Herrera en COPE' para contar cuál es la situación en la ciudad, cuatro meses después de la catástrofe.

Explica que la crisis en el Líbano “sigue siendo múltiple”, puesto que afecta a los ámbitos político, financiero, económico y sanitario, y a lo que ahora hay que sumar las secuelas de la explosión. Frente a ello, el embajador remarca la necesidad de “la formación de un gobierno que emprenda un plan de reformas profundas” para sanar la situación.

“La zona de la explosión es limítrofe con la parte más poblada de la capital del Líbano. Había una gran red de escuelas, hospitales y viviendas. En particular, el daño a los hospitales ha tenido como consecuencia que se haya descontrolado la pandemia”, explica. Prueba de ello es que las cifras son “las peores desde marzo”. Y en el caso de la enseñanza, si el coronavirus ya ha complicado la asistencia a las aulas, la situación se ha agravado, puesto que muchos centros “han quedado destruidos”.

Con este panorama, la vacuna es un pequeño halo de esperanza. El ejecutivo libanés trabaja para que en febrero de 2021 el fármaco esté disponible: “Van a intentar tener varias fuentes de compra. El anuncio es para dos millones de habitantes, mientras que en el Líbano hay cuatro millones”. En este sentido y pese a la situación, Ferré de la Peña confía en que con el tiempo “la población quede vacunada” puesto que la pandemia “no tiene fronteras y no se puede mantener un foco que se pueda extender fuera del país”.

El embajador de España en el Líbano destaca la implicación de nuestro país en la lucha contra los efectos de la explosión. Desde el primer momento, la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, contactó con su homólogo libanés para hacer llegar “ayuda humanitaria a favor de la población”. Por ejemplo, enviando harina o material sanitario. “A finales de octubre, también viajó a Beirut e inauguró la restauración de una escuela con material español en uno de los barrios cercanos a la explosión”, afirma.

Hay que destacar que en el Líbano hay más de un millón de refugiados, muchos de los cuales “viven mezclados con la población”. El embajador advierte que el regreso de estas personas a Siria “está siendo complicado”. Algo a lo que hay que sumar que en el país conviven hasta 18 religiones, siendo “el único país con libertad religiosa de la región”. Es algo que “facilita la conviviencia”, y que también favorece a los cristianos “que tienen el derecho a tener sin necesidad de pedir”.

El Líbano es el país con más presencia de cristianos de todo Oriente Medio, y su ayuda está siendo muy importante y activa entre los voluntarios que trabajan para reconstruir Beirut. “La campaña de ayuda a la Iglesia necesitada es una campaña más en la región. Los voluntarios han estado presentes en otros sitios y se han movilizado para poder ayudar. Hay mucho que reconstruir”, sentencia.