• Jueves, 18 de abril 2024
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Barbosa: "El PSOE no quiere que Podemos le dispute la bandera de la izquierda"

La investidura, abocada al fracaso tras la ruptura en las negociaciones entre ambos partidos

Sergio Barbosa

Sergio Barbosa

Periodista

Tiempo de lectura: 6'Actualizado 10:41

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Son las 8, las 7 en Canarias:

¿Qué tal? Buenos días. Saludos de Sergio Barbosa en nombre de la gente que hace posible 'Herrera en COPE' en este jueves 25 de julio. Nos hemos plantado en el día de Santiago, patrón de España. Un día que lo mismo invita a lanzar aquel grito de guerra de los tercios, “Santiago cierra España”, que a gritar Santiago y a la playa, que es más bien en lo que están pensando muchos de los que se cogen las vacaciones en agosto y que ya lo están viendo ahí a tocar con los dedos.

Bueno, pues antes de eso habrá que salir de dudas. Habrá que saber cómo termina el serial 'Investir al presidente Sánchez'. Investidura, segunda votación. La votación está prevista a las 14:30 y en la Cadena COPE podrán ir calentando motores con el especial que comienzan a la 13:30.

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Interesante va a ser seguro porque Irene Montero, que está muy embarazada, votará de forma telemática y ha pedido poder esperar para ejercer su derecho al voto hasta solo una hora antes del pleno. Una señal de que en Podemos no descartan que aquí haya partido hasta el último momento porque si nos ponemos futboleros y pedimos minuto de juego y resultado, ahora mismo hay que decir que las negociaciones están rotas.

Eso es, por lo menos, lo que dice el PSOE. De ser así, de verdad de la buena, la fauna y flora del Congreso de los Diputados se iría de vacaciones en agosto con dos opciones básicamente: nuevo intento de investidura en septiembre o directamente repetición electoral.

Ayer el equipo negociador del PSOE presentaba al equipo negociador de Podemos una nueva oferta. Y antes de que Pablo Echenique abriera el sobre, Carmen Calvo advirtió: “O lo tomas o lo dejas. No hay más”. Y a Podemos no le gustó. Y la reunión no acabo nada bien. Por la tarde ya se barruntaba que el niño venía de nalgas y los pocos a los que pillaba la prensa, como a Josep Borrell, se hacían los gallegos.

Después de que Calvo saliera de la reunión con mal cuerpo, ya por la tarde, hubo varias llamadas telefónicas, la última de las cuales fue la que mantuvieron directamente Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Llamada para que Sánchez le confirmara a Iglesias que no aceptaba sus exigencias. Y a partir de ahí empezó el festival de filtraciones.

Aquí nadie ha hablado en público, pero todo el mundo ha filtrado. Y lo que filtró el PSOE fueron directamente los documentos de la negociación, algo que para Podemos es una jugada sucia porque, según aseguran, en esos documentos aparecían más cosas de las que realmente han exigido. Es decir, el PSOE ha filtrado el documento de máximos con bastante mala leche.

El caso es que según el PSOE, Pedro Sánchez ha ofrecido una Vicepresidencia social y los Ministerios de Sanidad, Vivienda e Igualdad. Sin embargo, Podemos exigía, además, según esa versión del PSOE de la Vicepresidencia, otros cinco Ministerios que incluían materias tan peliagudas como Fiscalidad, Energía y Empleo.

Y aquí pasó lo que siempre pasa cuando las negociaciones tienen pinta de fracasar, que comienza la batalla del relato, la guerra por echar la culpa al otro. Podemos, por ejemplo, se ha quejado amargamente de que los socialistas han sucumbido a las presiones de los empresarios para que no les cedan el Ministerio de Trabajo, pintando al PSOE como un partido lacayo del poder económico.

Sea como sea, el caso es que vuelve a ganar fuerza la teoría de que Pedro Sánchez tiene y ha tenido siempre muy pocas ganas de pactar con Podemos. Y es que, además de las salidas de pata de banco que pudieran tener los ministros podemitas en cuestiones como Cataluña o la economía, el miedo es darles más munición de la necesaria porque si algo ha quedado claro en los últimos tiempos es que PSOE y Podemos son vasos comunicantes: si uno sube el otro baja; si a Podemos se le da carrete para vender acción de gobierno, luego puedes tener un problema en las siguientes elecciones. El PSOE, que es perro viejo, siempre ha sabido tener a raya al partido que en cada momento ha tenido más a la izquierda. En este caso es de libro. Y Pedro Sánchez ya daba pistas el pasado lunes.

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Sánchez decía eso el pasado lunes. Y ayer tenía previsto celebrar una reunión de la Ejecutiva socialista que finalmente aplazó hasta la mañana de hoy antes de la votación. Un órgano en el que seguramente se escucharán reflexiones como la que dejaba Susana Díaz en la televisión pública.

El PSOE no quiere que después de tanto hablar de la cooperación, al final lo que haya sea un cogobierno en el que Podemos le dispute la bandera de la izquierda y que, encima, puede acabar como el rosario de la aurora.

¿Qué buscaría Sánchez? Pues según la teoría del paripé, la teoría de que Sánchez no ha tenido nunca verdadera intención de pactar, la idea sería meter miedo con que España no puede estar sin Gobierno cuando llegue la sentencia del 1 de octubre o la ejecución del brexit. Es decir, decirles a unos y a otros: "Dejadme gobernar aunque sea minoría".

La otra opción es ir realmente a elecciones bajo la premisa de que el PSOE se siente fuerte en ese escenario porque ir a elecciones consiste en ganar el relato, en vender la idea de que el PSOE hizo todo lo que pudo y que fueron los otros los que provocaron la inestabilidad.

El PSOE Iván redondo cree que a vender relato no le gana nadie y que si consigue ampliar su estancia en noviembre, aunque siga sin mayoría absoluta, podrá volver a insistir con lo de la fuerza hegemónica y la legitimidad para gobernar, etcétera, etcétera. También es verdad que en el PSOE los hay que temen un rearme de la derecha si se va a elecciones.

El caso es que en unas horas vamos a salir de dudas. Y tampoco descarten que se llegue a un acuerdo en streaming porque si algo ha quedado demostrado es que la política española definitivamente se ha catalanizado. Fueron los políticos catalanes los que inauguraron esta nueva era política, esta especie de barroquismo político de grandes rupturas que parecen irremediables para, a última hora, retomar las conversaciones y cerrar acuerdos sobre la bocina literalmente.

Acuerdos de esos que vienen precedidos de consultas a las bases, de dejar el devenir en manos de grupos de militantes muy reducidos y que, ojo al dato, suelen acabar con acuerdos precarios. Acuerdos de esos que son una simple patada hacia delante, un ir tirando hasta el próximo follón. Pues la manera de hacer de la política catalana se ha trasladado a la política nacional para alegría de los organistas, de esos partidos separatistas que llevan tiempo trabajando para que si lo de Cataluña no se arregla, toda España viva en el hoyo, en el lío que diría Rajoy.

Bueno, eso y borrar el idioma castellano de la faz de la tierra. El nuevo presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona, Joan Canadell, ha cumplido sus amenazas. No responde en castellano porque no le da la gana.

Dice Canadell que contestar en castellano es una pérdida de tiempo, pues la respuesta lleva el arma de doble filo que se le puede volver en contra porque si el bilingüismo es un engorro que te hace perder el tiempo, siempre los habrá que puestos o no a perder el tiempo dirán que lo que no hay que hacer es dedicar esfuerzos a aprender o hablar un idioma minoritario. Y ahí el catalán tiene las de perder.

Y ojo también con el cinismo que ha demostrado la Generalitat cuando le han preguntado por la ONG Plataforma per la Llengua subvencionada con dinero público, que fue a espiar a los niños de 50 colegios para ver en qué idioma hablan cuando se sienten en libertad, cuando el profesor no les dice en clase o en el comedor se habla en catalán. Pues la respuesta del Consejero Josep Bargalló ha sido de medalla de oro en eufemismo. Que no ha sido espiar, que ha sido más bien observar de incógnito.

Lo de los eufemismos en la política es otro festival. Desde que Zapatero se inventó aquello de que la economía no se desplomaba, sino que crecía negativamente, esto ha sido un festival a la hora de tomar el pelo al personal con el uso del lenguaje.

Claro, que la cara dura no es sólo patrimonio de los políticos ibéricos. Solo hay que mirar a Boris Johnson. Hay que ver la de embustes que soltó para envenenar a los británicos con tal de que votaran a favor del brexit. Llegó a va a decir que Bruselas le robaba dinero para financiar las corridas de toros en España. De hecho, lo han llevado a los tribunales por algunas de sus mentiras. Pues ahí le tienen. Ayer fue recibido por Isabel II y ya está en Downing Street como primer ministro para sacar al Reino Unido de la Unión Europea el 31 de octubre.

Y si lo tiene que hacer a las bravas y haciendo un “sinpa” dice que lo hará. Muchos británicos lo han comparado ya con el mini yo de Donald Trump. Y España pendiente de si tiene Gobierno o no para ese mes de otoño.

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