El descubrimiento sucedía en un piso del barrio madrileño de San Blas, cuando una comisión judicial acudió al piso en el que vivía este hombre, acompañada de un cerrajero, para ejecutar su desahucio por impago de las letras de la casa. El cuerpo estaba momificado ya que podría llevar muerto unos cuatro años.

Agustín, un hombre de 56 años, vivía solo. Al parecer el hombre padecía una enfermedad hepática y los vecinos, que no le echaron el falta ni notaron nada extraño en la vivienda, pensaron que había fallecido hace unos años en algún hospital.

Esto ha llevado al análisis de Gistau en los temas de este jueves de 'La Tablet', "No se puede estar más solo, es una de las consecuencias de la soledad de las grandes ciudades, de las grandes colmenas en las que vivimos. Por ello", dice Gistau, "prefiero no poder leer tranquilo y que me molesten los demás antes que esa soledad extrema".