Nacho: "Yo soy de Santa Cruz de Bezana y en el 66, con 11 años, iba a comer un menú del día a un restaurante muy popular de Santander que se llamaba La Carmencita; es mi primer recuerdo de ser mayor"

Los fósforos de 'Herrera en COPE' comparten los momentos clave de su infancia que les hicieron sentirse mayores por primera vez. Uno de los relatos que más ha enternecido al equipo ha sido el de este oyente de Cantabria

Patricia Blázquez Serna

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Este viernes en 'Herrera en COPE', hemos abierto los micrófonos a nuestros fósforos para que comparan una vivencia universal: el primer recuerdo de sentirse mayor siendo todavía un niño. Alberto Herrera ha invitado a los oyentes a rememorar esos pequeños grandes hitos, como recibir las llaves de casa o participar por primera vez en una tarea de adultos, desencadenando una oleada de testimonios cargados de nostalgia.

Entre todas las historias, ha destacado la de Nacho, un oyente de Santa Cruz de Bezana (Cantabria), cuyo relato ha transportado a la audiencia a la España de los años sesenta. Su experiencia personal encapsula a la perfección ese salto a la madurez que para muchos llegaba de forma prematura, marcado por una mezcla de autonomía y una pizca de vértigo.

Un menú del día con 11 años

Corría el año 66 cuando Nacho, con tan solo 11 años, tenía que ir al instituto, que estaba en Santander y a 8 kilómetros de su casa. Una distancia que, por aquel entonces, "parecía lejísimos". Como las clases eran de mañana y tarde, no le quedaba más remedio que comer solo en la ciudad. El lugar elegido era La Carmencita, un popular restaurante santanderino ya desaparecido, ha dicho. 

EFE

Imagen de recurso de la playa del Sardinero en los años 70

Nacho ha recordado con humor y emoción cómo entraba en aquel comedor siendo un niño que, según sus propias palabras, "levantaba poco más que la mesa". Con 70 años y una estatura de 1,58, rememora la imagen de aquel pequeño estudiante enfrentándose a su menú del día en solitario, un rito de paso que le hizo sentirse adulto de golpe.

Con 11 años levantaba poco más que la mesa"

Nacho

Oyente de 'Herrera en COPE'

Encargos que marcan la infancia e hitos personales

El testimonio de Nacho ha resonado con el de otros oyentes que también han compartido sus ritos de iniciación. Esther, de Badajoz, ha contado cómo su padre le enseñó a cambiar los plomos, una responsabilidad que la hizo sentir "no solamente mayor, sino inteligente". Por su parte, María José ha relatado que con 12 años se hizo cargo de sus hermanos pequeños, de 10 y 8 años, en el autobús escolar de Barcelona, lo que le hacía sentir "muy, muy, mayor y muy responsable".

Otro de los momentos más comentados ha sido el de ir a hacer recados. Xavier ha recordado cómo con solo 4 años su madre le mandaba a la tienda en su pueblo del Pirineo de Lérida, teniendo que cruzar la carretera él solo. 

EFE

Imagen de recurso de una calle de Vilha, en Lérida, a pies del Pirineo

Otros oyentes han situado ese momento en hitos más personales. María Ángeles ha recordado la sensación de madurez al recibir sus "primeros tacones" o al dejar la cartera para "ir con los libros en la mano al colegio". Paco, por su parte, ha compartido un recuerdo "superentrañable" de 1978: el día que su abuelo, un gran aficionado al dominó, le dejó jugar de pareja con él por primera vez, rodeado de adultos. "Ganamos, cualquiera perdía con mi abuelo", ha afirmado con cariño.

La conversación también ha derivado en cómo cambia la percepción del tiempo y el espacio. Varios participantes, incluido Nacho, han coincidido en que las distancias parecían inmensas en la niñez, como un patio que "parecía tres campos de fútbol", y los veranos se antojaban "eternos". Una nostalgia que se extiende hasta los dulces, con la sensación generalizada de que los de antes, como los Bollicaos o los mostachones, eran mucho más grandes.

Este contenido ha sido creado por el equipo editorial con la asistencia de herramientas de IA.