Mark, un británico de 54 años, tenía este fin de semana marcado en su calendario. Había ahorrado para su gran pasión: la Fórmula 1. Con un amigo y con su hijo, viajó a La Haya para asitir al Gran Premio de los Países Bajos.

Hasta ahí todo bien. Disfrutaron de la carrera y eligieron un restaurante para almorzar, antes de coger el avión de regreso.

Y a partir de ahí, la pesadilla. Fuerzas especiales de la policía holandesa irrumpieron en el local y se llevaron con los ojos vendados a los tres hombres.

La policía creía haber cazado a uno de los terroristas más buscados en Europa. Huído desde el año 93, responsable de un atentado que se cobró la vida de dos jueces y otras ocho personas.

Matteo Messina, siciliano, el capo de la mafia más poderoso de Italia, perseguido desde hace 28 años. En la lista de los diez más buscados por el FBI.

Quiso el destino que Mark y Matteo compartieran un parecido razonable y ahí vino el lío.

El monumental patinazo de la policía holandesa se tradujo para Mark en una comida indigesta, unas horas en comisaría y unas disculpas policiales que no le harán olvidar un fin de semana de vértigo... y no precisamente por la Fórmula 1.