"Siempre ha habido peleas parlamentarias pero lo de ahora es irrespirable; a Charlie Kirk no le mató alguien que sólo pensaba que estaba equivocado, sino que era el mal"

Jorge Bustos analiza en Herrera en COPE los motivos de la polarización en España con el ejemplo del debate entre Félix Bolaños y Cayetana Álvarez de Toledo

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Es jueves 18 de septiembre y y hoy el tiempo nos dejará un día de bastante calor. Hay alerta en naranja, naranja tirando a canela por altas temperaturas en el País Vasco. En Vitoria pueden llegar hasta los 36 ºC, o sea, de eso de Siberia-Gasteiz, nada de nada. Y otras ocho comunidades están en alerta amarilla. En el suroeste del país, como en Sevilla o en Badajoz, se pueden rondar los 40 grados. En Canarias, día caluroso otra vez, calima, viento y más de 35 grados.   

Y ha salido a subasta el Ferrari de Aldama y tú también puedes pujar por él. Este es el sonido que hace su motor, el sonido de un motor de un modelo F12 valorado más de 300.000 pavos, Pero, ¿qué pasa? Que la Audiencia Nacional lo saca a subasta a precio de Dacia Sandero, tiene un precio de salida de 24,890 euretes. ¿Y por qué tiene este precio tan bajo? Pues porque lo pidió Félix Bolaños. Tal como te lo cuento, el Ministerio de Presidencia remitió un oficio a la Audiencia Nacional proponiendo la subasta de los coches del empresario por un importe irrisorio, con el argumento de que se debe aceptar “la propuesta económica más ventajosa en aras de evitar su depreciación y deterioro por el desuso, así como la acumulación de gastos de depósito”, cito literalmente.

Y a la audiencia le ha convencido el argumento, aunque Aldama está que trina, claro. Acaba de sumar a Bolaños a su lista negra, donde ya están Ábalos, Sánchez, Cerdán, Ángel Víctor Torres y, ojo, José Luis Rodríguez Zapatero. Cuidado, ministro, que Aldama es mal enemigo, sabe cosas, guarda sobres. Ahora, también le digo una cosa a don Víctor, conducir por Zamora, que es la gran capital del románico, con un Ferrari rojo de 300,000 pavos, es una horterada. Es como ir por Magaluz en Calesa, cada cosa en su sitio.

 La polarización de la política  

Y hablando de Bolaños, ayer se produjo un cruce dialéctico muy revelador entre él y Cayetana Álvarez de Toledo durante la sesión de control en el Congreso de los Diputados. Digo que fue muy revelador porque escenificó en un par de minutos ese fenómeno que llamamos polarización afectiva, un virus de irracionalidad que anula el debate y que está degradando nuestras democracias en España y fuera de España. La diputada del PP le dijo esto al ministro más poderoso del gobierno:

“Y ahora bien, señor Bolaños, ¿sabe qué? Los españoles no nos odiamos como odian a España sus socios, ni como ustedes nos odian a nosotros. Somos los hijos y los padres de la paz civil”.

Y ahí tuvo el ministro, ahí tuvo el ministro la gran oportunidad de desmentir a Álvarez de Toledo, de demostrarle que se equivocaba, que él pertenece a una izquierda ilustrada que esgrime argumentos y que prescinde de la bajeza de la acusación ad hominem, pero en su intervención Bolaños no pudo o no quiso evitar que aflorara el rencor que siente por su adversaria ideológica, así que acabó dándole la razón.

“Esa ultraderecha, en definitiva, es lo que representa usted. Usted es la referencia más principal de lo peor del Partido Popular del pasado, de lo peor del Partido Popular del presente y si el señor Feijóo no lo remedia, de lo peor del Partido Popular del futuro. Por tanto, No nos haga intervenciones enternecedoras, señora Álvarez de Toledo, si es que la conocemos, la vemos y sabemos muy bien lo que es usted. Gracias”.

Te das cuenta, ¿no? Bolaños no defiende unas políticas concretas, ni tampoco rebate las propuestas o las razones de su rival. Él se limita a expresar una emoción y es una emoción oscura, una especie de turbio resentimiento de clase que no tiene sentido en boca del ministro más poderoso del Gobierno. Él lleva años gozando de de un poder infinitamente superior al de ella. De hecho, desde 1978 hasta hoy, el PSOE ha gobernado España durante 28 años y el PP solo durante 14, que es la mitad. Pero esta circunstancia no extingue el rencor personal que sienten Bolaños y otros como él hacia figuras como Álvarez de Toledo. Y no porque ella le haya jugado ninguna mala pasada personal, es porque ha decidido cosificarla, convertirla en un símbolo de todo lo que odia, deshumanizarla.

Bolaños no ve a una adversaria política, ve a una enemiga existencial. Según la retórica de la izquierda que Bolaños y Sánchez representan, la derecha no es que haga cosas malas, es que encarna el mal. Y con alguien que encarna el mal no hay nada que hablar y mucho menos que pactar. Y ojo, hay también una derecha que se deja llevar por la misma emocionalidad primaria que el sanchismo, una derecha que ve en cada político o en cada periodista de izquierdas a un chequista en potencia, un tipo que está deseando meter a todo el barrio de Salamanca en camiones y llevarlo a Paracuellos al amanecer si tuviera la oportunidad.

Pero esta derecha hace unos años era testimonial y ahora por un puro efecto físico de acción y reacción no deja de crecer. Ves a gente sensata adoptando postulados cada vez más radicales. en respuesta a las agresiones de un gobierno que no gobierna para ellos y que además lo reconoce, porque ese es el plan: tensar, tensar y tensar. Y ojo, no se trata de idealizar el pasado, siempre ha habido peleas parlamentarias y algunas muy subidas de tono, pero es que lo de ahora es irrespirable, es un veneno que está corroyendo nuestra política y que empieza a amenazar la convivencia. Y lo más grave es que todo eso obedece a una estrategia deliberada, consciente de polarización.

El gobierno busca deliberadamente levantar un muro contra los representantes de la mitad del país. Ha hecho del frentismo su manual de resistencia y eso tiene consecuencias. El ejemplo perfecto es Gaza. No existe un disenso real ... censurar a Netanyahu. Hombre, habrá testimoniales que defiendan lo que está haciendo en Gaza el gobierno de Israel. Pero yo no me he encontrado a nadie, sinceramente te lo digo, en esta profesión, ni en los medios de derechas ni en los de izquierdas, que celebre el bombardeo de civiles o su desplazamiento forzoso o el bloqueo de la ayuda humanitaria. Feijóo volvió a condenar todo eso ayer:

“Y los civiles palestinos no son terroristas. Quien está bombardeando Gaza es el gobierno de Israel, no el pueblo de Israel al que usted ha condenado. Hamás es una organización terrorista que no puede formar parte del futuro de Palestina. A usted le ha felicitado dos veces jamás y eso es una vergüenza de la que nunca se va a poder apartar. Ahórrese las lecciones de humanidad. También sufría, sufría usted mucho por el pueblo saharaui y cambió de opinión en una tarde”.

Lo desesperante de este caso es que estando de acuerdo lo fundamental, los dos grandes partidos, el presidente se enroca en la defensa del boicot a la vuelta ciclista y en la palabra 'genocidio', que no ha sido reconocido por quien tiene que hacer lo que es la Corte Penal Internacional. Y lo hace únicamente para forzar la distancia con el PP, para salvar su muro. Y si fuera solo táctica, quizá tendría arreglo más adelante. El problema es que lo coyuntural se vuelve estructural y el cainismo acaba echando raíces.

 La reflexión de Scruton sobre la polarización  

Mira, yo siempre me acuerdo de una frase de Roger Scruton. Scruton era un filósofo conservador británico bastante parecido a Robert Reford, por cierto, que murió hace 5 años. El profesor Scruton dio clase en muchas universidades, entre ellas la de Oxford, donde, por cierto, se doctoró Cayetana Álvarez de Toledo. Bueno, pues Scruton se lamentaba del desprecio de sus colegas protestantes de claustro y lo explicaba así y decía "yo pienso que mis compañeros de izquierdas están equivocados, pero ellos piensan de mí que soy una mala persona”. Esta es la diferencia clave, porque el error, la equivocación admiten debate, confrontación de ideas y de argumentos, pero la maldad no admite réplica.

Si un bando fomenta la idea de que el otro es intrínsecamente perverso, se acabó la política. Solo queda la guerra. Y de momento es guerra cultural, pero el otro día en Utah fue una bala real la que acabó con Charlie Kirk y no lo mató a alguien que pensaba que Charlie Kirk estaba equivocado solamente, porque estos izquierdistas racionales sí debatían con él. Lo mató alguien que lo juzgaba la encarnación del mal.

Ayer el presidente de los obispos, Luis Argüello, celebró un debate con Salvador Illa, que no es sólo el presidente Generalitat de Cataluña, es seguramente el socialista más poderoso de España después de Pedro Sánchez. Illa, además, se declara católico, y estoy seguro de que había y de que sigue habiendo puntos de discrepancia y puntos de coincidencia entre ambos ponentes. Pero al comienzo de esa charla, Argüello hizo una consideración previa y tuvo que explicar algo que hace unos años habría resultado mucho más evidente de lo que es hoy: “Me hago una foto aquí con Salvador Illa y hace unos meses en el mismo sitio me hice una foto con Santiago Abascal y no me avergüenza ninguna de las dos fotos”. Van a pensar que le peloteo porque esto es la COPE. Pero atendiendo al qué tanto como al quién, a mí solo me queda decir “amén”.

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