Se asombraba Rosa Díez en Twitter del asombro ajeno por el desahogo de José Félix Tezanos  en la máquina de encuestas que le ha regalado Sánchez para que organice la propaganda electoral. “A mí”, explicaba la exdirigente de UPyD “que el CIS no se salve del desprestigoio que Sánchez promueve para todas las instituciones del Estado”.

Raúl Piña lo cuenta en la portada de El Mundo con un titular muy descriptivo: “Tezanos monta un CIS que retrata a Casado como un titular sin votos”. Dos elementos: el PP, detrás de Ciudadanos, con Podemos comiéndole la popa a nueve décimas. Otro es que Casado es, según Tezanos, es el líder que más crispación provoca, por cima de Torra y Puigdemont, a quien Oriol Junqueras llama ‘Puigmamón’.

Dos han sido los truquis del doctor Tezanos para conseguir el milagro de esta epifanía socialista a partir de dos datos ciertos: el inevitable desgaste de  la acción Gobierno se la pasa a la oposición y carga en la cuenta de Pablo Casado la crispación que los líderes del golpismo catalán han creado en los seis últimos años.

Todos los expertos demoscópicos difieren radicalmente de las ideas –llámenlas como prefieran- de José Félix Tezanos, pero tal vez el secreto no esté en las ideas, sino en el propósito. Los resultados del CIS no están diseñados para aumentar el nivel de autoestima de la tropa que dirige el socialismo, ni para reflejar la realidad. Si creyeran eso, ya habrían convocado elecciones. Como todo en este tío todo, también el CIS es pura propaganda, nada más que CIStitis, una monstruosa inflamación de la vejiga, sino una vía para inducir cambios de comportamiento en el rebaño de los votantes.