El guardián del narco sin armas ni sueldo: "Todo el mundo sabe..."
Óscar Rodríguez custodia en su finca de Jerez vehículos, lanchas y restos del narcotráfico incautados por Policía y Guardia Civil.

Óscar Rodríguez, en Herrera en COPE
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La bahía de Cádiz ha vuelto a ser noticia con la visita de europarlamentarios interesados en conocer el impacto del narcotráfico en la zona. Pero para Óscar Rodríguez, protagonista este lunes en Herrera en COPE, la realidad no necesita escaparate: la vive desde hace más de 15 años como depositario judicial de los bienes incautados al narco.
“No soy narco, ni soy policía, ni juez. Soy el hombre al que llaman cuando hay que recoger lo que se le quita a los narcos”, explica con crudeza. En su finca se almacenan coches de lujo, motos de agua, narcolanchas y hasta helicópteros, todo custodiado sin contrato, sin armas y con 14 cámaras como única defensa. La suya es una vida en vilo: “Las horas de sueño son con el teléfono cerca”.
Óscar empezó en 2008 ofreciendo su terreno a Economía y Hacienda. Desde entonces, ha visto pasar por su finca “decenas de coches y embarcaciones”, muchos de los cuales llevan entre 8 y 15 años a la intemperie, deteriorándose sin que nadie los reclame. “¿Cómo devuelves un coche de 2011 después de 14 años al sol?”, se pregunta con impotencia. Lo más grave, denuncia, es que por esa custodia no ha cobrado nada, acumulando una reclamación que ronda el millón de euros contra la Junta de Andalucía: “Tuve que ir al Tribunal Europeo porque en España ni siquiera me admiten la demanda”.
El peligro es constante. “Todo el mundo sabe quién es Óscar, el del depósito”, dice. Y también dónde está. “La última vez entraron con un móvil para grabar lo que había. Cuando lo pillamos en la puerta y se cayó, acabamos denunciados por lesiones”. Para evitar tentaciones, ha dejado de guardar motores de narcolanchas, los objetos más cotizados por las mafias: “Un motor de 300 caballos puede valer hasta 12.000 euros”.
Rodríguez reconoce que ha dejado de trabajar con ciertas unidades policiales tras episodios que considera irregulares. “Esto no deja de ser un pueblo. Al final entras en una plantación y el que está dentro fue contigo al colegio o jugaba contigo al fútbol”. Por eso, y por la seguridad de su hija, tomó una decisión: “Decidí no recoger nada más. Lo único que quiero es vivir tranquilo”.
Compagina su vida en la finca con su faceta en el cine como doble de acción, una salida que, confiesa, le ilusiona más. Su historia ha sido llevada a la gran pantalla con la película Tierra de nadie, donde se cuenta una parte de su vida: “No soy narco, no soy guardia. Estoy en medio”.
Mientras tanto, en su finca siguen los restos del narco olvidados por la Justicia. “Si esto no es mío y no me pagan, igual un día cojo una grúa y los dejo en la puerta del juzgado”. Aunque su sueño es otro: “Vaciar la finca, sembrar papas y vivir tranquilo. Porque no quiero que el miedo forme parte de mi día a día”.