Esta es la ciudad del norte de España donde superan los 40 grados en plena ola de calor: Un fenómeno muy peculiar
Las altas temperaturas afectan toda España, pero sobre todo esta provincia

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Cuando pensamos en Galicia, imaginamos lluvia, cielos tapados y temperaturas no tan altas, incluso en pleno verano. Pero hay una ciudad que desafía por completo eso. Cada año, cuando llega el calor, sus termómetros se disparan hasta niveles que igualan o superan zonas del sur.
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Como ha explicado Antonio Herraizen 'Herrera en COPE', este viernes se llegara a los 40 grados en Ourense, una temperatura que, aunque puede chocar, es muy habitual. No se trata de un fenómeno puntual ni de una simple anomalía climática. Detrás de estas cifras hay una combinación de factores naturales, geográficos y atmosféricos que convierten a esta ciudad gallega en una zona de mucho calor.
Ausencia del mar
Las altas temperaturas que cada verano golpean a Ourense no son una anomalía ni una simple ola de calor. Esta ciudad es una excepción dentro del clima gallego. Para empezar, Ourense se sitúa en el interior de la comunidad, esto significa que no tiene el mar y se impide que las brisas atlánticas, que son frescas y húmedas, lleguen hasta la ciudad.

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La ausencia de influencia del mar, supone un punto de partida para un clima más seco y extremo que otras zonas de Galicia. Su ubicación, rodeada del Valle del Miño y por montañas, actúa como una trampa natural para el calor y ocurre el llamado 'poso térmico'.
Durante el día, la radiación solar calienta el suelo y el aire, pero al estar rodeada de elevaciones, la ciudad no se ventila con facilidad. El aire caliente queda atrapado en la cuenca, sin posibilidad de desaparecer.
Este encajonamiento también limita la entrada de vientos más frescos del Atlántico, lo que acentúa el aislamiento térmico. Incluso cuando se producen cambios de presión o se mueven masas de aire en el resto de Galicia, Ourense mantiene su microclima seco y caluroso. Por la noche, además, la falta de movimiento de aire ralentiza la bajada de temperatura, y el calor se conserva más tiempo.
Cielo despejado
Durante los meses de verano, la ciudad registra una gran cantidad de horas de sol directo al día, con cielos que permanecen despejados o con muy poca nubosidad, Esta situación permite que el suelo y el aire se calienten rápidamente desde primeras horas de la mañana.

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Según datos de la AEMET, en julio y agosto la ciudad puede superar las 300 horas de sol al mes, lo que intensifica la acumulación de calor y favorece una subida rápida de las temperaturas.
La ausencia de nubes no solo implica más radiación solar durante el día, sino también una pérdida de calor más lenta por la noche en zonas urbanas, haciendo que el ambiente se mantenga cálido incluso por la noche. Esta alta exposición solar, sumada al efecto del 'valle cerrado', genera una sensación térmica aún más elevada.
¿Ocurre EN OTRAS ZONAS DE ESPAÑA?
Un ejemplo claro es Córdoba, también situada en un valle cerrado como es el del Guadalquivir y sufre intensas olas de calor en verano. De hecho, tiene algunos de los récords térmicos más altos del país, como los 46,9 °C registrados en julio de 2017.
Otro caso comparable es el de Zaragoza, situada en la cuenca del Ebro, donde los vientos cálidos y secos pueden generar días intensos de calor. También en el sur se encuentra Granada, rodeada por montañas, sufre el efecto de acumulación térmica en verano, y presenta una alta diferencia en las temperaturas entre el día y la noche.
En Madrid ocurre el llamado efecto “isla de calor urbana”. Este consiste en que al ser una ciudad extensa, con muchos edificios, asfalto, y cemento, absorben el calor durante el día y lo liberan lentamente por la noche, hace que las mínimas por la noche sean cada vez más altas y hablemos de noches tropicales.
Este fenómeno ha provocado que la temperatura media de Madrid haya subido más de 1,5 °C en las últimas décadas.