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La dramática historia de J., el único niño español preso en el mundo

El menor, de dos años, se encuentra interno en la prisión de Cali. Su madre fue detenida en abril de 2017 cuando transportaba un kilogramo de cocaína

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COPE.ES

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 16 sep 2018

Hay 947 españoles presos en distintas cárceles del mundo, pero sólo un niño. Su inicial es J. Tiene dos años y muy muy lejos de sus abuelos, tíos, primos y vecinos que viven en Granada. El pequeño y su madre están en la prisión de Cali, en Colombia por algo que pesaba únicamente un kilo. La madre del niño fue detenida en abril de 2017 cuando transportaba un kilogramo de cocaína. La detuvieron en el aeropuerto internacional Alfonso Bonilla de Cali. En ese momento, el pequeño J. Tenía 8 meses.

La madre, de 33 años, fue condenada a tres años de prisión. Pero lo que uno pueda pensar sobre la vida de una madre y su hijo en prisión en España, nada tiene que ver con las condiciones que rodean a quienes están en una prisión en una cárcel de América Latina. Para ayudar a los españoles que cumplen condenas en cárceles extranjeras nació la Fundación +34. De hecho, eligieron ese nombre porque al ayudar a una de las españolas, ella les dijo que gracias a ellos podía marcar el número +34 y así llamar a España para hablar con su familia.

El pasado mes de julio, varios miembros de la Fundación fueron a la cárcel de Cali para conocer a la madre y al niño del que te estamos hablando. Javier Casado, el directo de la Fundación +34, visitó al niño y a la madre el pasado julio, ha contado a COPE la realidad que encontraron en prisión. "La dureza salta a la vista. El hacinamiento y la falta de muchas cosas básicas. Las familias que están en el exterior son las que te garantizan mantenerte vivo en las prisiones al llevarte comida y ropa", cuenta al programa 'Fin de Semana' de COPE. 

Las españolas que cumplen condena en estas cárceles como día si y día también arroz. Y pasan verdaderas penurias para poder tener una higiene adecuada. "Siempre comen arroz, pan y frijoles. A las mujeres les llevamos también cosas para su higiene íntima. Hemos visto a algunas españolas usando periódicos como compresas, pero es evidente que esto no es una manera de vivir digna", dice Javier. 

La violencia entre internas también es algo inherente a las circunstancia de estas prisiones, aunque en este caso algo cambia. "Como en todo ambiente penitenciario, hay violencia. Pero entre las madres siempre hay una ley no escrita donde se impone el respeto. En el caso de la española y su hijo, también", puntualiza. 

Uno de los propósitos de la fundación es traer a la madre y al niño a España, pero por ahora trabajan en la opción más factible, que es el arresto domiciliario allí el tiempo que le queda hasta cumplir íntegramente su condena, que por cierto ha sido rebajada por buen comportamiento. Pero ahí surge un problema más. Al no tener familia en ese país que le pueda dar cobijo, la situación se complica. La madre únicamente puede recurrir a las personas que ha conocido en la cárcel y que no viven en barrios con buenas condiciones para el niño. "Son barrios muy duros donde no es el mejor sitio para vivir ni siquiera para un adulto. Estamos buscando recursos para que puedan permanecer en ese año de arresto domiliciario en las mejores condiciones posibles". 

Si la madre con el niño consigue salir de la cárcel de Cali, aún quedarán allí cuatro españolas más en prisión. ¿Qué les espera a ellas? Javier nos da la respuesta: "Sólo les queda sobrevivir para poder volver. Pagando por poder dormir, por poder tener algo de comida... Intentando conseguir recursos para sobrevivir". 

En los últimos cinco años, más de ochenta españoles han fallecido en cárceles fuera de nuestras fronteras, por motivos muy diversos. "Hay cárceles que están al 200%. Un alto grado de hacinamiento que permite que se transmitan enfermedades como la tuberculosis. La comida se reparte en cubos metálicos y sin higiene", relata Javier.  Y con especial interés, hay que mirar lo que sucede en las cárceles venezolanas. "Imagínate si en un supermercado de Caracas no puedes comprar nada porque no hay nada, en las cárceles menos todavía. Hay días que no se comen en las prisiones venezolanas", comenta el directo de la Fundación +34. 

Frente a situaciones de este calibre, es desde luego admirable la labor de la Fundación +34, que asiste a los españoles que se encuentran sin familia ni nadie conocido en cárceles extranjeras. Ojalá su objetivo de traslado de los reclusos españoles a nuestro país se cumpla en casos como el de esa madre con su hijo de dos años, el pequeño J.

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