Karim: de estar cuatro años en la cárcel a querer ser modelo para su hijo
Nos encantan las historias de superación con final feliz. A veces sin final, pero las perspectivas son buenas. Karim cuenta en Fin de Semana con Cristina su duro periplo
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Esta es la historia de Karim, un marroquí de 37 años que llegó a España en agosto de 1999, cuando tenía algo más de 16 años.
Su periplo hasta aquí fue muy accidentado porque ya desde su juventud tomó un camino equivocado, y una vez en España siguió con ese camino hasta que fue a la cárcel para cumplir condena de 4 años. Esta condena le ha puesto en el camino correcto, también con la ayuda de la Fundación Esplai, de la que luego hablaremos. Y, en medio de eso, un hijo al que desea recuperar.
Karim ha estado en Fin de Semana con Cristina, donde ha asegurado que todo empezó en su país, “a los 8 años me escapa del cole y de casa y me iba a los puertos de Ceuta, Melilla y Tánger, a pedir dinero y comprar droga. Así hasta los 10 años, que me metí en una banda callejera para robar carteras, iba tomando drogas y alcohol además de pastillas. Así hasta que intenté cruzar el charco, y en agosto de 1999 llegué a Granada, donde me bajé”.
Cuando iba en el autobús Karim llevaba una botella de disolvente: “Estaba tan enganchado que, como no tenía pegamento, esnifaba disolvente”.
Karim estuvo en varios reformatorios y reconoce que allí se puede esnifar y drogarse “sin que pase nada”. En Marruecos su primera estancia en el reformatorio fue a los 13 años: “No me sirvió de nada, era joven, no sabía lo que hacía, no era consciente de lo que pasaba. Salía y hacía lo mismo”. Aquí en España hacía lo mismo: “Seguía con el pegamiento hasta 2005, y luego me enganché a más drogas y más pastilla. Poco a poco me fui enganchando a todo”
Y entonces, por robo con violencia, Karim va a la cárcel de Valdemoro, de donde sale tras más de cuatro años: “Allí he visto todo tipo de gente, tanto buena como mala, pero más malos que buenos. La cárcel es una escuela de delincuentes que te hace conocer a gente mala, pero hay de todo”.
En todo caso Karim considera que ha salido mejor de lo que entró porque pasó por una situación complicada: “Los primeros dos años yo no sabía lo que me iba a caer. Son cuatro años que pierdes la vida, una situación muy complicada. Además yo estaba casado y el divorcio me llegó por la espalda y mi mujer no estaba en España. Me encontré un camino muy duro”.
Gracias a la Fundación Esplai ha podido salir adelante, algo por lo que está “muy agradecido”. En esa fundación está Virginia Pareja, quien explica que es una “entidad no lucrativa, apolítica y no religiosa, que promueve el empoderamiento ciudadano y su compromiso con la mejora de la sociedad, desde la perspectiva de derechos, inclusión y transformación y con especial dedicación a la juventud”.
Dentro de la labor de la Fundación hay un área de justicia educativa que desarrolla proyectos en prisiones, en el que Karim ha participado. Este programa, según nos explicaba ella, trabaja competencias digitales por un lado y, por el otro, competencias personales. Karim ha estado dos años con ellos en el programa y, como salía en libertad el 25 de septiembre y su situación era muy complicada, le ayudaron también fuera.
Por cierto, que Karim no es el único preso al que han atendido. Llevan con este programa desde 2018 y han sido muchos más: un total de 300 que han atendido desde entonces.
Al salir de la cárcel respiró un aire puro que le sorprendió: “No era para nada como el de la cárcel. La verdad es que he encontrado todo muy cambiado, con el coronavirus es todo muy raro. Es como llegar de otro planeta”. “Ahora solo quiero ser ejemplo para mi hijo, convencerle de que no siga mis pasos”, finaliza Karim.