El pasado sábado la policía utilizó gases lacrimógenos para dispersar a cientos de jóvenes de los barrios más pobres que marcharon por una de las principales arterias de la capital, Puerto Príncipe. En medio de la confusión las tiendas fueron saqueadas. La ira popular se ha intensificado con el empeoramiento de la situación económica que sufre la mayoría pobre. Ante una inflación que ha superado el 15% en los dos últimos años, los manifestantes piden algo para comer. La frustración ha aumentado debido a la denuncia de desviación de fondos de ayuda al desarrollo realizada por el Tribunal de Cuentas

"El momento es grave, porque hay violencia contra la vida, la pobreza aumenta, el bien común está amenazado. ¡El país está al borde del abismo! Así es como describen la situación los obispos de Haití. La mayoría de las escuelas, empresas y administraciones permanecieron cerradas por miedo a una violencia que se vuelve ciega por momentos. Grupos de jóvenes levantan barricadas en las principales ciudades, incendian vehículos y saquean tiendas, en un ambiente de intimidación general.

Por eso los obispos católicos han llamado a la conciencia de los ciudadanos de los diferentes partidos, urgiéndoles a tomar una decisión patriótica para defender el bien común, incluso si esa decisión tuviera un coste elevado, según su mensaje que publicaron el pasado lunes.