Hablamos de los Hijos de la Divina Providencia, fundados por San Luis Orione, un sacerdote que encarnó en su vida la caridad y la pasión misionera. En estos días los hijos de Don Orione comienzan una nueva misión en una parroquia en Kayao, en Burkina Faso, uno de los países más pobres del mundo. También en Brasil los orionistas se dedican especialmente a la atención a los más débiles: este pasado diciembre se ha inaugurado en Curitiba un Pequeño Cottolengo que ofrece 25 camas para los ancianos necesitados de asistencia que han sido abandonados por sus familias en diversos hospitales de la ciudad. En esta obra pueden recibir de manera permanente asistencia médica y psicológica. En una sociedad donde a menudo sólo cuenta el que produce, se abre paso el testimonio de que la vida tiene valor siempre y en cualquier circunstancia.

Pero también Europa es campo para nuevas presencias de estos religiosos siguiendo la huella de su fundador. Las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad, rama femenina de la Congregación sostiene en la cuidad de Járkov, en el conflictivo este de Ucrania, un centro social pobres y personas sin hogar, un lugar para la acogida, la escucha y la curación.

Por último nos fijamos en la India: allí la Congregación ha puesto la primera piedra del nuevo Seminario Menor en la región de Bangalore, donde desarrolla desde hace tiempo una amplia acción social a favor de una población que es, en su mayoría, de religión hinduista. Los Hijos de

Don Orione sostienen un Centro diurno para discapacitados y una granja que permite a los jóvenes cultivar y producir carne y leche. Son sólo destellos de algo que Don Orione repetía con frecuencia: “sólo la caridad salvará al mundo”.