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Respuesta a las declaraciones de Ana García Obregón

Yo, superviviente del cáncer, doy fe de que en España, el cáncer también se cura

Ana Luisa Pombo

Ana Luisa Pombo

Redactora Jefa

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 12:58

Respuesta a las declaraciones de Ana García Obregón

 

Dice Ana García Obregón, que su hijo se está curando del cáncer porque ellos, han podido pagar su tratamiento en EE UU. ¿Cómo se puede decir tamaña irresponsabilidad, cuando en España, cientos de miles de enfermos oncológicos que, efectivamente no pueden pagarse tratamientos en otros países se encuentran peleando con uñas y dientes contra el cáncer?.

Me alegra mucho que su hijo, Alex Lequio, se esté curando, porque cada vida ganada al bicho es un triunfo de todos, investigadores, médicos, cirujanos e incluso pacientes, por lo que tiene de esperanzador…, pero, bajo ningún concepto, se puede justificar el menosprecio de Obregón, al trabajo que hacen todos esos profesionales para salvar vidas y, mucho menos, a la batalla que los enfermos de cáncer españoles libramos cada día luchando por nuestra vida, confiando plenamente en nuestros médicos y en nuestro sistema sanitario.

Para empezar, los números son muy tercos y frente a las fantasías irresponsables de algunos, demuestran que la diferencia de éxitos y fracasos es muy corta entre España y EE UU, porque mientras en España, fallecen 109.000 personas de las 228.000 diagnosticadas cada año, un 38,9 por ciento, en EE UU, de 1.700.000 casos, fallecen 609.000, un 35,4 por ciento. Una diferencia del 3,5 por ciento. Pero, números aparte, no se puede sembrar la duda entre quienes, a diario, intentamos hacerle un quite al bicho y mirar al futuro con esperanza, apoyándonos en nuestros cirujanos y oncólogos y confiando en que nuestro sistema nos ofrece el mejor de los cuidados.

En España, hay que decirlo alto y claro, se siguen los mismos protocolos y se aplican los mismos tratamientos que en los demás lugares del mundo; tenemos profesionales excelentemente preparados y, mientras los pacientes soportamos estoicamente la dureza de los tratamientos, la sanidad pública se hace cargo de su coste, sin escatimar medios y cientos de miles de personas, conmigo a la cabeza, damos fe de ello.

Yo, también soy una superviviente del cáncer. Un mal día, tuve que enfrentarme a un diagnóstico de cáncer metastásico T4 avanzado, a un milímetro del desahucio médico. Como cientos de miles de compañeros de lucha, he pasado por la dolorosa incertidumbre de vislumbrar un final adelantado de  mi vida, por la dureza extrema de la quimio derramándose por mis venas, por una operación de alto riesgo, un postoperatorio complicadísimo y montones de pruebas exhaustivas y extenuantes. He vivido la solidaridad entre los enfermos, animándonos mutuamente. He visto como a algunos, los hemos perdido en el camino, pero muchos más, hemos cruzado la puerta de la esperanza y de la vida, algo que, desgraciadamente, no han conseguido enfermos muy conocidos que confiaron en la medicina estadounidense.

Hoy, en mi caso, a pesar de esa espada de Damocles que pende ya sobre mi cabeza, la quimio ha quedado atrás y puedo decir, como muchísimos miles de españoles, que le he ganado esa batalla al cáncer. Es posible que vengan otras que habrá que pelear cuando se declaren, pero la primera contienda se ha saldado a mi favor y no la he superado sola, sino con la ayuda inestimable, incansable, sabia y exquisitamente profesional de los cirujanos y de mi oncólogo, el doctor Martín Valadés que apostó por mí, cuando todo parecía condenarme, poniendo  al servicio de mi curación todo su saber, conseguido con muchas horas de estudios, de esfuerzos y de formación continua en España y fuera de nuestras fronteras y aunando a mis deseos de vivir, su empeño para devolverme a la vida.

Hoy, estoy aquí, normalizando mi vida, gracias al sistema público español de salud que, como hace cada año con cientos de miles de pacientes, puso a mi alcance los mejores y más efectivos tratamientos, carísimos por otra parte y similares a los que aplican en cualquier otro lugar del mundo, EE UU incluido, porque hoy se comparten protocolos, tratamientos y cuidados para rescatar todas las vidas posibles de lo que hasta hace poco era una muerte segura.

Hoy, estoy aquí, feliz por esta prórroga que me han concedido Dios, la vida y los profesionales que lo han hecho posible. No soy la única. Según el “Informe del cáncer en España 2018”, realizado por la Sociedad Española de Oncología Médica, el 53 por ciento de las personas diagnosticadas, está viva cinco años después y cada vida rescatada al cáncer, es un triunfo de todos los que, desde la investigación o desde la medicina práctica luchan cada día por ganarle la batalla; es un triunfo para quienes reciben esperanzados la enésima sesión de quimio o radio y, por supuesto, de quienes habiendo tenido la grandísima suerte de superada, al menos de momento, esa fase, estamos en periodo de seguimiento, confiando ciegamente en los médicos, en los tratamientos y en el sistema que nos han salvado la vida y que no merecen la desconsideración mostrada por la señora Obregón, a quién solo me resta decirle: “señora, se equivoca. En España, el cáncer también se cura; del cáncer también se sale. Yo, una superviviente, doy fe”.

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