El fatídico 19 de junio de 1987, José Vargas estaba comprando junto a su mujer y su hijo en un centro comercial de la Avenida Meridial de Barcelona en el que tras una fuerte explosión, fueron rodeados por una enorme lengua de fuego. Tras el atentado perpetrado por el terrorista Santi Potros (que ayer quedaba en libertad), los tres conseguían de forma milagrosa salir vivos. El propio José Vargas, presidente de la Asociación Catalana de Víctimas de Organizaciones Terroristas (ACVOT), ha reconocido que la libertad de este hombre le produce "mucho dolor" y que su sensación ante su salida de prisión es de "injusticia". 

José Vargas cree que "no puede ser que un asesino que ha matado a 40 personas, entre ellas niños, esté ya en la calle y celebrándolo en su pueblo". Además, demanda que la Delegación del Gobierno en el País Vasco debería haber obligado a retirar las pancartas que daban la bienvenida al terrorista porque "es una nueva humillación a las víctimas". Para José Vargas es un injusticia que Santi Potros no cumpla, ni tan siquiera, "un año por cada uno de los asesinatos que ha cometido".

Por otro lado, recuerda con emoción el momento del atentado: "Aquello fue el infierno, estábamos en la más completa oscuridad". El presidente de ACVOT reconoce que ha olvidado momentos de la huída porque fue, literalmente, una "odisea". Además, demanda a los políticos un cambio para parar "la humillación que se les hace a las víctimas".

José Vargas ha reconocido que han estado completamente abandonados por las instituciones tanto del Estado como, en especial, de Cataluña: "El ayuntamiento de Barcelona jamás se ha acercado a las víctimas para ver como estábamos. Eso sí, corren raudos para hacerse la foto con las víctimas". El presidente de ACTOV ha afirmado que las instituciones políticas de Barcelona "se ríen de las víctimas" al no ayudarles ni integrarles dentro de los próximos homenajes que se harán en la ciudad.