El resultado de las elecciones a secretario general del PSOE celebradas este domingo arroja buenas vibraciones. La victoria de Pedro Sánchez es la victoria del candidato menos radical. Se produce, en contra de lo que parecía a mediodía de ayer, con una participación de la militancia no excelente pero sí buena: el 67 por ciento. El nuevo líder además casi llega al 50 por ciento de los respaldos con diez puntos de diferencia sobre Madina, lo que significa que su autoridad tiene un importante respaldo. Además el apoyo en Andalucía, la federación liderada por Susana Díaz, es otra buena noticia. Susana Díaz es quien se ha mostrada más en sintonía con los postulados clásicos del PSOE en su apoyo a la unidad de España. Díaz, que ha sido la líder de los socialistas que en gran medida ha hecho posible la victoria de Pedro Sánchez, habló hace unos días por boca de una buena parte de la militancia: quiere un partido centrado con un estilo similar al que tiene la izquierda italiana de Renzi. Es decir una izquierda alejada de los cantos de sirena de Podemos y de Izquierda Unida. Los militantes socialistas han votado por un partido de centroizquierda y socialdemócrata, que se olvide  del zapaterismo. Esa es la tarea de Pedro Sánchez. Por eso el nuevo responsable del PSOE debería alejarse de alguno de los mensajes con los que el sábado cerró campaña en Sevilla, sobre todo del laicismo trasnochado del que hizo gala.