El Papa ha firmado un nuevo Decreto por el que se reconoce el martirio de otros 95 mártires en la España de los años 30. Serán beatificados en octubre en Tarragona. Habrá, en total, más de 500, más que en la última gran beatificación de 2007, y todavía quedan abiertos muchos procesos. Los números son impresionantes pero mucho más cada una de las historias particulares. Estas personas sufrieron a menudo los más crueles tormentos por negarse a renunciar a su fe. Cuesta imaginar que algo así ocurriera hace unas décadas en España. Sin embargo no es el odio de los verdugos lo que queda, sino el impresionante testimonio de fe de los mártires que murieron perdonando a sus enemigos, respondiendo al odio con amor igual que Cristo en la Cruz. No hay mensaje más poderoso de reconciliación que ése. Pero es sobre todo la Iglesia la que se siente interpelada por el martirio. Como escribe el Superior General de los maristas, orden a la que pertenecen muchos de los próximos beatos, la sangre de los mártires nos hace preguntarnos por la autenticidad de nuestra fe. Por ese motivo el Papa presenta continuamente el ejemplo de los mártires como modelo. No hay victimismo alguno. Lo que Francisco pide es una Iglesia alegre y cercana a los pobres, que anuncie el Evangelio con ardor. Pero la historia demuestra que ese anuncio auténtico lleva muchas veces aparejada la persecución.