Makilas y coplas en Euskadi con motivo de Santa Águeda
Santa Águeda es la patrona de las mujeres

Santa Águeda
Madrid - Publicado el - Actualizado
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En Euskadi

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Es tradición durante la víspera de Santa Águeda la presencia de grupos corales en las calles de las villas y pueblos entonando cánticos en honor a la santa. En Bilbao el Alcalde Juan Mari Aburto ha recibido en el Ayuntamiento al coro de funcionarios y al coro de Bomberos de Bilbao por el día de Santa Águeda. El dinero que recauden los Bomberos tendrá un fin benéfico y será donado a la Asociación de niños con cáncer de Bizkaia, ASPANOVAS. Las varas y los bastones al ritmo del choque contra el suelo del Ayuntamiento han acompañado las voces que cantaban en euskera las coplas. Los coros, makila en mano, han cantado con motivo de Santa Águeda. Serán muchas las agrupaciones corales que durante todo el día recorrerán las calles en una tradición que sigue guardando toda su esencia.
Historia de la virgen y mártir
Águeda era una hermosa joven virgen siciliana integrante de una familia distinguida que vivió en el siglo III. El procónsul Quintianus que era el gobernador de Sicilia, intentó conquistarla porque era muy hermosa. Fue rechazado varias veces, y ante la respuesta siempre negativa de la joven, buscó la ayuda de Afrodisia, que regenteaba un prostíbulo. Juntos planearon hacerle perder la pureza a Águeda, pero ninguno logró que quebrantara el juramento de virginidad y pureza que le había hecho a Dios.
Cuenta la tradición que por más que lo intentaron no pudieron violentarla, ya que Ágata se defendió con uñas y dientes. El gobernador, asombrado por su resistencia, mandó que la llevaran a su mansión donde le prometió riquezas si accedía a ser su mujer, pero aún así, la joven mantuvo su voto de castidad. Ágata, como tantos cristianos fue llevada ante el tribunal. La joven, decidida y llena de fe y confianza, hizo profesión pública de su fe en Cristo. El procónsul le hizo ver los castigos que la esperaban si no cambiaba de opinión: sería tratada como una vulgar asesina, con la vergüenza que con ello vendría a su familia. Quintianus mandó que la sometieran al tormento de los azotes. Ágata se mantuvo firme en sus creencias, y ya despechado, y sabiendo que nunca sería suya, ordenó que quemaran los pechos de la virgen, y se los cortasen después con unas tenazas. Es famosa la respuesta de la bella Ágata en esa terrible situación: “Cruel tirano, ¿no te da vergüenza torturar en una mujer el mismo seno con el que de niño te alimentaste?”.
Impasible,Quintianus la envió a prisión. Con enormes dolores fue arrojada al calabozo, donde a media noche se le apareció un anciano venerable, que le dijo dulcemente: “El mismo Jesucristo me ha enviado para que te sane en su nombre. Yo soy Pedro, el apóstol del Señor”. Ágata curó milagrosamente y dio gracias a Dios.
La horrible muerte de Águeda
Entonces, enfurecido, la mandó echar sobre llamas y brasas ardientes, y mientras se quemaba, la joven virgen elevaba sus plegarias al cielo: “Oh Señor, Creador mío: gracias porque desde la cuna me has protegido siempre. Gracias porque me has apartado del amor a lo mundano y de lo que es malo y dañoso. Gracias por el valor que me has concedido para sufrir. Recibe ahora en tus brazos mi alma para que pueda cantar para siempre contigo en la gloria…”. Y diciendo esto expiró en Catania, pura como había vivido. Era el 5 de febrero.