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CIENCIA

¿Cómo funcionan las resonancias?

Joaquín Sevilla nos explica el proceso y la influencia que tienen las ondas de la radio en las resonancias

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Alberto Sanz
Alberto Sanz

Redactor Cope Navarra

Pamplona

Tiempo de lectura: 2'Actualizado 13:03

Joaquín Sevilla, director de la Cátedra Laboral Kutxa de Divulgación del Conocimiento y Cultura Científica de la Universidad Pública de Navarra (UPNA), nos explica cómo funciona una resonancia.

Así nos lo cuenta:

La semana pasada hablábamos de cómo han conseguido la medicina y la tecnología sanitaria ver el interior del cráneo sin tener que abrirlo. El problema era atravesar el hueso, que es muy opaco a rayos x, y rodea completamente el tejido a analizar.

Hoy vamos a centrarnos en otro problema: cómo diferenciar en la imagen tejidos que son igual de transparentes para los rayos x. Músculos, ligamentos, grasa, órganos internos… los “tejidos blandos”, aunque son muy diferentes y cumplen funciones muy distintas en el cuerpo, son muy parecidos para los rayos X, y no de diferencian en “la foto”.

Es cuando se necesita afinar en esta diferenciación cuando más poderosa resulta la “resonancia”. El nombre completo de la técnica es: “resonancia magnética nuclear”. En inglés le llaman “imagen por resonancia magnética” y no ponen la palabra “nuclear” que parece que da miedo.

En realidad esta técnica no utiliza radiactividad ni radiaciones ionizantes, así que aunque lleve esa palabra es más inocua que los rayos x, por ejemplo. La palabra hace referencia a que el fenómeno físico que da lugar a la imagen se produce en los núcleos de los átomos. En concreto de los átomos de hidrógenos que tenemos en el cuerpo, formando parte de las moléculas de agua (recordemos, la H del famoso H2O), de proteínas, grasas, en realidad de prácticamente todas.

Cuando introducimos el cuerpo en un imán potente (de ahí la palabra “magnética” del nombre) esos núcleos atómicos que se comportan como pequeñísimos imanes y se alinean con ese imán externo. En esas condiciones esos imancitos son sensibles a ondas de radio de forma resonante (de ahí lo de “resonancia”). Ondas de radio como las que utilizan los aparatos con los que nos están escuchando. De hecho hay que apantallar las salas de RMN para que los equipos “escuchen” al cuerpo y no a las emisoras de la ciudad.

El mecanismo físico de interacción entre las ondas de radio y los núcleos de hidrógeno imantados es un proceso físico complejo (solo explicable por la mecánica cuántica) y cuyo descubrimiento fue premiado con el premio Nobel de física en 1952 (Purcell y Block). Pero no sería hasta los años 70 del siglo pasado cuando se pudo utilizar ese mecanismo para la generación e imágenes médicas (descubrimiento que también fue premiado con el Nobel).

Hoy día es una técnica rutinaria para multitud de exploraciones, principalmente cuando lo que se intenta analizar ocurre en “tejidos blandos” (los que no se diferencian con RX). El equipo es grande, sofisticado y ruidoso. Para el paciente es un tubo estrecho y largo en el que hay que introducirse (alrededor están las espiras que generan el campo magnético). Y hay que estar dentro un rato relativamente largo, entre 15 minutos y media hora, sufriendo la claustrofobia de no moverse y el ruido que hace la conexión y desconexión de los sistemas que van haciendo el barrido con el que se toma la imagen.

A pesar de esa incomodidad, la técnica es totalmente inocua y permite una calidad de análisis magnífica, por eso se utiliza mucho para calibrar el alcance de lesiones musculares y de ligamentos en deportistas de élite.

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