Carmen, 70 años y vecina de Brieva de Cameros: "Si pasa algo, al día siguiente tengo llamadas y mensajes que no he podido"
Más de 5.600 familias riojanas sufren las consecuencias de una conexión deficiente que les impide desde pagar con tarjeta hasta comunicarse con sus seres queridos
Logroño - Publicado el - Actualizado
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La rutina de miles de personas en La Rioja se ve alterada cada mañana por una misma duda, si hoy tendrán conexión a Internet. Este problema, lejos de ser una anécdota, afecta a 5.635 hogares en la comunidad, según datos del Ministerio para la Transformación Digital. Uno de los casos que refleja esta realidad es el de Carmen, una vecina de 70 años de Brieva de Cameros, una localidad de apenas 22 habitantes. Para ella, la falta de una conexión estable le impide realizar gestos tan cotidianos como pagar al frutero, recibir una receta de su médico o, simplemente, saber de su familia.
La brecha digital agranda la distancia de Carmen con sus seres queridos. Con sus hijos y nietos viviendo en Madrid, la comunicación depende enteramente de una cobertura que, según lamenta, desaparece con frecuencia. "A veces pasa más de una semana sin poder hablar con ellos", explica. Esta situación le genera una gran impotencia y aislamiento. "Tengo limitaciones para comunicarme con ellos si pasa algo. Luego, al día siguiente, tengo un montón de llamadas que no he podido coger y mensajes. Mal, mal, mal", añade.
Si no se puede estar viviendo en los pueblos, y nosotros queremos vivir en los pueblos"
Vecina en Brieva de Cameros
El día a día sin conexión
El problema no solo afecta a Carmen, sino a todos los vecinos y a los pequeños comerciantes que se desplazan a Brieva. La frutera o la panadera ven cómo sus datáfonos no funcionan, haciendo imposible el pago con tarjeta. Esta situación obliga a los residentes a volver al pago en metálico, una práctica que para muchos supone un nuevo obstáculo. Como no hay Internet, "le tienes que pagar en metálico, pero nosotros usamos las tarjetas", relata la propia Carmen.
La dependencia del efectivo ha forzado a los vecinos a tener que desplazarse hasta Baños de Río Tobía para encontrar un cajero, lo que supone un viaje de 60 kilómetros de ida y vuelta. "La gente ha llegado a bajar a Baños, a un cajero, y subir y pagarle a la muchacha", detalla Carmen. Este inconveniente es un ejemplo más de cómo la brecha digital complica la vida en el entorno rural y contradice los discursos de las administraciones sobre la lucha contra la despoblación.
Un obstáculo para la vida rural
La falta de conexión resulta especialmente crítica para las personas mayores o con movilidad reducida. En Brieva, el bar del pueblo se encarga de llevar la comida a domicilio a quienes lo necesitan, pero la ausencia de cobertura impide a menudo contactar con la dueña para hacer el pedido. Esto puede significar quedarse sin comida o sin la posibilidad de avisar ante una urgencia. "Está la del bar igual, una mujer que tiene que coger llamadas y que la llaman y la mandan WhatsApp y de todo para para comida, y le pasa lo mismo", comenta Carmen, quien resume el sentir general con una frase contundente: "Si no se puede estar viviendo en los pueblos, y nosotros queremos vivir en los pueblos".
Este contenido ha sido creado por el equipo editorial con la asistencia de herramientas de IA.