El taller que mantiene vivo un oficio en peligro de extinción en Menorca y exporta la madera de ullastre a todo el mundo
S’Arader de Ferreries” conserva la tradición artesanal de fabricar barreras y muebles con madera de ullastre, un oficio ancestral de la isla que apenas tiene relevo generacional y que hoy envía sus piezas a países como Alemania, Estados Unidos o Italia

Entrevista a Carlos Moll, S'Arader de Ferreries
Menorca - Publicado el
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En un momento en el que los oficios tradicionales desaparecen a un ritmo acelerado, “S’Arader de Ferreries” representa un soplo de resistencia y autenticidad en Menorca. Este pequeño taller artesanal mantiene viva la figura del arader, un trabajo vinculado históricamente al campo menorquín que consiste en fabricar a mano barreras, muebles y objetos de uso cotidiano en madera de ullastre, un material noble, resistente y profundamente ligado a la identidad de la isla.
Dirigido por Carlos Moll y su mujer, el negocio nació del deseo de evitar que esta tradición desapareciera. Hoy lo forman un equipo de tres personas que, desde su taller en el polígono de Ferreries, elaboran piezas únicas que no solo abastecen el mercado local, sino que se exportan a países de todo el mundo, desde Alemania y Francia hasta Estados Unidos e Italia.
El ullastre, protagonista de un oficio con alma
La madera de ullastre (Olea europaea sylvestris), originaria del Mediterráneo, es la gran protagonista del trabajo artesanal de este taller. Su resistencia, dureza y durabilidad frente al clima la convierten en el material ideal para fabricar barreras rústicas, mesas, sillas o muebles de exterior. Muchos de estos productos resisten décadas sin tratamientos químicos, lo que refuerza su valor ecológico y sostenible.
La forma de trabajar en S’Arader de Ferreries poco tiene que ver con la producción industrial. Cada pieza es diseñada, seleccionada y elaborada a mano, cuidando cada detalle del proceso. Esto convierte cada encargo en único e irrepetible, adaptado a las características de la madera y a las necesidades del cliente.
El oficio de arader requiere técnica, paciencia y un ojo experto para elegir el trozo adecuado para cada parte de la pieza. Esa mezcla de arte y tradición convierte este trabajo en una forma de expresión cultural que conecta directamente con la historia rural de Menorca.
Tradición, innovación y un futuro incierto
Aunque las barreras tradicionales siguen siendo el producto estrella del taller, la demanda ha evolucionado. Cada vez son más las familias y propietarios de segundas residencias que solicitan muebles personalizados y diseños a medida, adaptados a sus necesidades y a los espacios de sus hogares. Esta apertura a nuevos encargos ha permitido al negocio diversificar su producción y ampliar su mercado sin renunciar a la esencia artesanal.
Sin embargo, el sector se enfrenta a un reto importante: la falta de relevo generacional. Son pocos los jóvenes interesados en aprender este oficio, y no existen programas de formación profesional especializados en Menorca que fomenten la continuidad de trabajos artesanales como el de arader. Esta situación amenaza la supervivencia de un saber hacer transmitido de generación en generación durante siglos.
A pesar de las dificultades, S’Arader ha sabido adaptarse a los tiempos modernos. La digitalización ha sido clave para su crecimiento: gracias a su página web y a sus redes sociales, reciben pedidos de clientes que conocieron sus piezas durante una visita a la isla y que ahora las solicitan desde el extranjero. Así, un trabajo artesanal profundamente ligado a la tradición local ha cruzado fronteras sin perder su autenticidad.
De Ferreries al mundo sin perder las raíces
El éxito internacional de S’Arader no ha restado importancia a su papel dentro de la comunidad menorquina. El taller continúa colaborando estrechamente con familias del campo que confían en sus barreras de ullastre, igual que lo han hecho durante generaciones. Al mismo tiempo, las viviendas modernas valoran el trabajo artesanal por su estética, durabilidad y conexión con la naturaleza.
En el propio taller, los visitantes pueden disfrutar de una pequeña exposición permanente que muestra algunos de los productos terminados, explica los procesos de fabricación y reivindica la importancia de mantener vivas las tradiciones.
S’Arader de Ferreries es hoy un ejemplo de cómo un oficio puede reinventarse sin perder su esencia. Su labor demuestra que la combinación de tradición, sostenibilidad e innovación no solo puede mantener vivo un legado, sino también abrirle las puertas al mundo.